De todas las manifestaciones que está provocando la crisis y las consecuencias que traerá, creo que las más importantes y las que verdaderamente se materializarán en algo concreto, son las que no se escuchan. Las que ocurren en nuestro fuero interno o poco más allá. Las que remueven nuestras conciencias.
Lo de los indignados, el 15M y todo eso, está muy bien. Hay que salir de la apatía y plantarle cara a los abusos. Pero que nadie se equivoque; a esta situación nos ha llevado la avaricia de todos. El caso es que, aún apoyando la filosofía del movimiento, no creo que lleguen a nada. Somos muchos a quienes las formas y la falta de concreción de objetivos, nos han alejado de sus manifestaciones. Hace unos días, Felipe González, a favor del movimiento y de promover un cambio, decía en televisión que las peticiones no pueden ser una “carta a los Reyes Magos” (01:07:00 del vídeo). ¿Recordáis la escena del camarote en “Una noche en la ópera”? Grocho Marx pide una cena cada vez más abundante y, siempre que se escucha la bocina de Harpo, añade un huevo duro. A eso me suena todo.
Hace unos meses, si me hubieran preguntado qué buscaban los indignados (yo también estoy indignado, por cierto), hubiera sabido qué contestar. Si me lo preguntasen ahora, no lo sabría.
Sin embargo, hay proyectos que estoy descubriendo que tienen un mayor calado porque miran más a largo plazo. No nos engañemos; después de la adolescencia, es muy difícil meter en vereda a una persona. Nos acostumbramos a vivir de una manera y sólo una ley nos puede obligar a cambiar. No estoy diciendo que no sea necesario, pero creo que es mucho más importante incidir en quienes van a tener que cambiar el mundo y hacerlo enseñándoles desde que son unos niños. Tampoco trato de decirles cómo debe ser ese mundo, pero pienso que habría que transmitirles los valores que puedan desterrar, de manera natural, los comportamientos que nos han llevado a esta situación. Esto me parece mucho más importante.
En los niños piensan Juliana Leal y Vanessa Borhagian. Son brasileñas y tiene un espectáculo llamado “Telaraña – Canciones para mejorar el mundo”. Según ellas mismas, “es un espectáculo para toda la familia; didáctico, interactivo y variado. Apto para niños de 2 a 10 años, pero que los mayores, papás, abuelos, etc., también lo disfrutarán mucho. Cuenta la historia de la buena Bruja Mora que comparte con el público sus inventos sobre cómo mejorar el mundo con magias especiales, música, baile, canto, juegos, amor y cariño”.
Ocurrirá mañana y todos los domingos de noviembre a las 13,30h en “La escalera de Jacob”, en el número 9 de la calle Lavapiés. Por 10€ en la taquilla o con un descuento si sacas la entrada en Atrapalo, los niños pueden sumergirse en el universo de la Bruja Mora (Vanessa) y de Gusana Hada (Juliana) para jugar y cantar canciones que les enseñan a vivir en un mundo mejor.
Siempre hay un invitado sorpresa. Como cuando estuvo Rabanón Arroyo cantando el rock de la lechuga. Ramón, su verdadero nombre, es más conocido por ser el guitarrista de Los Secretos, pero él “se apunta a un bombardeo”.
Es casi una utopía, pero soñar es gratis. Creo que esta es la única vía para conseguir que los niños de ahora construyan un mundo en el que cantar, bailar, amar, respetar, escuchar, sean valores importantes. En el que no sea mejor quien más gana sino el que ayuda a que todos ganemos. En el que la avaricia y la insolidaridad queden desterradas. Podemos, y debemos, ir poniendo algunos parches con las leyes, pero sólo desde la educación cambiará el mundo.
@Estivigon