Fue Columbia Records la compañía que, en la década de 1910, empezó a grabar las dos caras de los discos de 78 rpm. A finales de esa década, ya era habitual hablar de cara A y cara B. En los años 50, el single era el formato utilizado para la promoción radiofónica de las canciones. La cara A era la canción elegida como el “hit” y la cara B era una canción que, habitualmente, ni siquiera tenía su sitio en el álbum.
¿Quién no ha encontrado joyas en la cara B de los singles? Aquel espacio reservado a los experimentos y descartes del álbum, nos ha regalado “Rain” de The Beatles, “I will survive” de Gloria Gaynor, “The butterfly collector” de The Jam, “I saw her standing there” de The Rolling Stones o “Maggie me” de Rod Stewart. Todo tiene su cara B; menos conocida, menos importante, pero sin cara B no existiría la cara A.
Esta semana he tenido un reencuentro emocionante. Hace muchos años, allá por 1981, cinco amigos entrábamos en el local que habíamos alquilado en la Isla de Gaby cargados con nuestros instrumentos y con nuestras ilusiones. No era fácil entrar, pero íbamos recomendados por Manolo de la Calva, de El Dúo Dinámico, y lo conseguimos. Resulta difícil transmitir la sensación de lo que era aquello. Una especie de cortijo en pleno Arturo Soria con un jardín delantero, donde en el verano se jugaba a la rana mientras se trasegaba cerveza, una barra en el interior, para seguir trasegando durante el invierno, y varios locales con las paredes forradas con hueveras donde se enredaban las ondas que amortiguaban el volumen de la música.
Esta semana he vuelto a ver a Eugenia, aquella niña que andaba por los locales de ensayo. “La Isla la abrieron mis padres hacia el año 1966. Mi padre había tenido varios «bailes» de entonces y hacía portes a muchos grupos de la época. Por allí pasaron Julio Iglesias, Juan Pardo, Ana Belén y Víctor Manuel, Dúo Dinámico, Camilo Sesto, Patxi Andión, Pablo Abraira, Mochi, Elsa Baeza, Perales, Mari Trini, Cecilia, Karina, Pekenikes, Los Bravos, Aguaviva, Sergio y Estíbaliz… ¡Seguro que me dejo un montón!”
Julia y Gaby, los padres de Eugenia, eran una pareja curiosa y entrañable. Además del negocio de los locales, Gaby tenía realas de perros y organizaba cacerías en Toledo, Extremadura, Andalucía. Julia se encargaba del negocio y de la barra y a la hora de cerrar, mandaba a Eugenia por los locales para avisarnos. Los veranos por el patio o el día de Nochebuena en la barra del interior, allí podías encontrarte con Toni Luz, Los Trastos, Mamá, Francisco y con tantos otros artistas anónimos que formamos la gran familia de la Isla de Gaby.
Entre esas paredes se forjaron los sueños y las desilusiones de algo que estábamos construyendo entre todos. Porque, aunque no todos llegamos a la misma meta, todos remábamos en la misma dirección y todos, de alguna manera, contribuimos a crear aquello. En palabras de mi amigo José Gamo, la Isla de Gaby era la cara B de la Movida.
@Estivigon