Carradine

 

En Bill había una melancolía exagerada, como la del padre que visita a un hijo a la cárcel: el brillo de lo que pudo ser y no fue, la vida raptada y todas esas ilusiones desvanecidas en algún punto del camino. A ciertas edades uno empieza a vivir hacia atrás para saldar las cuentas contraídas consigo mismo y esperar complacido a que otro le clave el primer cuchillo por la espalda. Bill era un témpano de pasiones al que sólo cinco pasos mal dados pueden acabar reventándole el corazón para morirse deshilachándose bellamente. Siempre creí que Uma Thurman se había ganado su castigo: el amor de un hombre es algo doloroso y cruel. Que no digo que luego se le fuese un poco la mano al chico y tal, pero qué se puede esperar de alguien que se mata haciéndose una paja. Yo ya le prometí a mi mujer que cuando se case con otro me sentaré fuera de la iglesia a tocar la flauta por lo menos. El resto depende de cuánta gente junte.

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