De vuelta al patio nos hemos dado de bruces con el cemento. Setiembre vuelve al cole y a las andadas. Estuve viendo a deshoras a Nadal ganar en Flushing Meadows y nos ha echado por tierra una teoría arraigada: no sería capaz de levantar el vuelo en las pistas americanas. Ha ganado y por todo lo alto. Sólo un set ha concedido a lo largo de todo el torneo. Además, ha mejorado notablemente su saque y su juego de fondo es ahora mismo intratable. Tuvo suerte con el cuadro y especialistas que le podían presentar batalla como Murray, Davydenko o Del Potro están en estos momentos fuera de juego. No restemos mérito a su hazaña: ha ganado todos los grandes con veinticuatro años. Lo peor esa fanfarria de vuelta a casa, que si es el mejor deportista español de la historia, si su techo no tiene límites, si pasará por encima de Federer…Pendejadas de la cada vez más cansina e irritante prensa deportiva española. Lo mejor de este muchacho de Manacor es que tiene los pies en la tierra. Mira a la grada y no tiene ojos para Charlize Theron sino para el tío Toni y la Xisca, la novia del pueblo. Eso le da confianza para soportar las ampollas y el betadine que tiene en los pies.
También vi el ejercicio de estilo del Barca ayer contra el Panathinaikos. Y lo peor que me pudo pasar es que me empieza a aburrir el monólogo de la posesión blaugrana. Juegan tan bonito que hay momentos que se me indigesta tanta dulzura. Además, en la Champions, todos los equipos que pasan por el Camp Nou lo hacen como si fueran a Lourdes. Esperan un milagro que nunca llega. Supongo que lo mejor está por llegar cuando el próximo invierno empiece a ponerse la cosa dura, el campo embarrado y José Mourinho acierte de una vez con el antídoto. De momento el portugués ha aprendido a decir hostia y eso ya es un punto a favor en la liturgia de los vestuarios y de esas miles de almas que siguen a De la Morena y a Paco González. Hombres con atributos.
Mejor correr un tupido velo con la selección de basket que también descubrió el cemento armado en Turquía. Teoremas aparte sobre la gomina de Scariolo, la cosa está clara: sin Pau en la pintura somos un buen equipo de la clase media europea. Ni más ni menos.