¿Que tendrán que ver la erupción de un volcán en Islandia y la pandemia gripal u otras epidemias futuras? Tiene en común su súbita aparición y que ambas han puesto a las sociedades desarrolladas contra las cuerdas.
Pero tienen algo más de semejanza. En ambos casos los científicos y los técnicos hemos sido puestos en entredicho por advenedizos con cierto impacto mediático y un conocimiento superficial del problema. Casi siempre manipulados o manipuladores de masas, han puesto en solfa el saber y el hacer de los profesionales expertos en cada tema.
Que la mayor concentración de científicos colaboradores de la OMS en el tema de gripe haya sido cuestionada por una monja de clausura, un medico jubilado y una señora que escribía cartas a la ministra, es tremendo.
Que una visionaria, contactada a su parecer por extraterrestres haya sido abanderada de la lucha antivacunas, o que un supuesto experto en salud pública diga que la vacuna no es segura, cuando se ha fabricado dentro de las estrictas normas que pautó la EMEA en años precedentes para el caso de pandemia, es sobrecogedor. Se han administrado 30 millones de vacunas en Europa sin ningún problema.
Que las compañías aéreas se atrevan a poner en duda (y por tanto en riesgo) a sus pilotos (empleados) y viajeros (es decir, clientes), contraviniendo un protocolo vigente de seguridad aérea, cuando se decidió, consensuó y aprobó hace pocos años y está plenamente en vigor, es sencillamente alucinante.
El argumento, como en el caso de la pandemia, es siempre el mismo: somos «asustaviejas» y «sacamantecas», científicos malvados, corruptos, movidos por oscuros intereses económicos.
¿No será al contrario? El movimiento antivacunas, por ejemplo, es un hábil promotor de terapias alternativas.¡Ojo!, atención al movimiento llamado Denialism. Los Negacionistas se oponen al progreso científico, perjudican al planeta y pueden dañar su salud…