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Chaleco y corbata

 

«Eres el periodista mejor vestido que he visto nunca», tuiteaba el periodista de ‘El Mundo’ Pablo Rodríguez. Se lo habían dicho poco antes. «Así empezó Gay Talese«, le respondió otro periodista, Manuel Jabois.

 

 

 

 

A Gay Talese fue su padre quien le enseñó el valor de la elegancia: trajes impecables, zapatos impolutos y un sombrero apropiado. A Gay Talese fue Tom Wolfe quien le ungió como el fundador del ‘Nuevo periodismo’. Tom Wolfe, que comparte el gusto por los trajes de etiqueta y a quien le escocerá durante bastante tiempo la reseña que publica ‘The New Yorker’ sobre su última novela, ‘Back to blood‘. El ‘Nuevo periodismo’, la crónica y la investigación periodística al servicio de los recursos literarios.

 

Escribo estas líneas a propósito de un vídeo sensacional que publicó la revista ‘The New Yorker’ a principios de octubre. Descubre la oficina de Talese. Más bien, su búnker. Porque para entrar en él tiene antes que salir de su casa y dar un pequeño paseo. Su oficina es un sótano sin ventanas ni teléfonos. «Un lugar donde un escritor puede trabajar sin ninguna distracción».

 

Las imágenes tienen un cierto encanto para quienes nos dedicamos a este noble oficio de darle a la tecla. Talese toma notas en unas cartulinas que recorta para poder guardarlas en el bolsillo de su chaqueta. Guarda desde 1945 un archivo por cada uno de los años. Las cajas que inundan su oficina están decoradas de una forma muy original. No imaginaba uno los esquemas que elabora para sus trabajos tienen ese aire tan juvenil.

 

 

Gay Talese es uno de los grandes nombres del periodismo estadounidense. En palabras de Robert S. Boynton, su legado es doble: «Primero, él es el reportero infatigable cuyos libros y artículos son el producto de una extensa investigación. Puede tomarse años con sus temas y personajes, intentando convertirse en su compañero, ‘viajando a través del tiempo con ellos hasta ver lo que ellos ven’. Para Talese, la exactitud es la primera meta. Segundo, él es el poeta de los lugares comunes, el escritor que demostró que se puede escribir excelente literatura de no ficción sobre lo común y lo corriente, ya fuera con personas comunes que se encuentran en circunstancias extraordinarias o sobre la vida corriente de personas extraordinarias».

 

Talese, autor de libros como ‘Honrarás a tu padre’ o ‘El reino y el poder’ y reportajes como ‘Sinatra está resfriado‘ o ‘Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas’ así como otros perfiles de Joe DiMaggio o Floyd Patterson, es uno de los periodistas que Robert S. Boynton entrevista en el libro ‘El nuevo nuevo periodismo’. «Tom Wolfe me etiquetó como un ‘nuevo periodista’, lo que en realidad nunca me gustó. Yo solo quiero escribir sobre la gente de una manera que sea un cuento pero con nombres reales», le comenta Talese a Boynton.

 

¿Cómo descubres esas historias que no son noticia? «Observando». Y las escribe dirigido por la escena: «Si tú miras mi artículo ‘Sinatra está resfriado’, es escena, escena, escena. La primera en un bar, la segunda en un club nocturno, la tercera escena en un estudio de la NBC. Igual que una película». ¿Alguna vez haces entrevistas por email o por teléfono? «No tengo email, entonces no uso eso. Uso el teléfono para hacer citas, pero hago todas entrevistas en persona. Voy a todas partes en persona. Quiero ver a las personas que entrevisto y quiero que ellas me vean. Es todo visual». Porque las entrevistas forman parte de la escena. Él hace el papel de director.

 

 

Será por eso que, después de reescribir las frases una y otra vez –»escribir, para mí, es muy difícil»–, cuelga las páginas en la pared con alfileres para la ropa, «como la ropa tendida en la lavandería». Hasta treinta y cinco páginas en tres filas. «Me ayuda a lograr una perspectiva diferente: puedo ver cómo las escenas se mueven, cómo funciona el lenguaje, cómo las frases fluyen», le cuenta Talese a Boynton. Es el mismo método para todos los textos, ya sean de cincuenta, quinientas o cinco mil palabras, «no hay diferencia».

 

Dice Talese que no es el tipo de persona que pueda escribir críticas de libros o columnas de opinión. Escribe poco a poco, como un sastre: «Cosiendo, cosiendo, cosiendo». «Una vez escuché a Tom Wolfe decir que su promedio era doce páginas diarias. ¿¡Doce páginas al día!? ¡Eso me asombró! Yo solo lo hago lo mejor que puedo todos los días».

 

Todos los días. Después de ponerse chaleco y corbata.

 

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