1989 fue la fecha en que cambió el mapa de Europa. Cayó el telón, las dos Alemanias se unieron y empezó la demolición de la Unión Soviética, varias naciones, Polonia, Hungría, recuperaron su independencia política y otras, Letonia, Lituania, Ucrania… se desgajaron de Rusia.
2009 puede haber sido el año en que no solo los visionarios sino cualquier observador político se ha percatado de que China se colocó definitivamente en la Champions League y en puestos de cabeza. Económicamente pasma. Tercera economía del mundo, en el 2010 probablemente pasará a ser la segunda rebasando a Japón. Es el mayor exportador del planeta y tiene unas suculentas reservas de 2.300 billones de dólares. La deuda de Estados Unidos con China es astronómica.
La crisis económica de los dos últimos años ha sido un golpe para Estados Unidos y para Europa pero, contra lo que muchos auguraban, no ha tenido mayor incidencia en China. Su papel ha crecido frente a sus rivales, Varios dirigentes mundiales, entre ellos los chinos, cuestionan el papel central que el dólar viene jugando en el sistema monetario mundial. La relevancia económica china es, pues, algo universalmente aceptado. Se olvida, con todo, su galopante importancia política. Muchos políticos occidentales se tranquilizan con la imagen de una China poderosa en lo económico, pero aún primeriza en la escena política internacional.
La imagen es un espejismo y el 2009 ha dado pruebas abundantes de que China se ha vuelto mandona e indispensable: la reunión con más sustancia de la cumbre de Copenhague sobre el medio ambiente fue la sostenida entre Obama y el presidente chino. Comparado con esto el papel de Europa fue de actor secundario. Los problemas de Irán y el nuclear de Corea del Norte son insolubles sin la asistencia china. Obama prepara con mayor detenimiento y dedica más tiempo a su viaje a China que al del antiguo coloso, Japón, o a los de los grandes de la Unión Europea (nosotros, España, aún no estamos en su agenda). El primer ministro chino, Wen Jiabao, se permite poner firmes a los europeos cuando éstos le piden que revalúe el yuan… Un último ejemplo, protocolario pero significativo, hace unas semanas: el alicaído emperador del Japón accedió a recibir a un vicepresidente chino que había pedido una entrevista con pocos días de anticipación. Desde tiempo inmemorial la costumbre exige un mes de antelación.
La ruptura del protocolo ha levantado ampollas en círculos tradicionales nipones.
Hasta finales del siglo XVIII China era la nación más rica y tal vez más avanzada del planeta. Al perder el tren de la industrialización se creyó ilusamente que los chinos tenían problemas idiosincrásicos, estructurales o políticos para competir en un mundo moderno y vertiginoso como el actual. Era un error. Ha recuperado el estatus internacional que había perdido en estos dos siglos y es quizás la primera civilización antigua que resucita y reclama su sitio como gran potencia. Todo ello sin democratizarse, porque el control político del partido comunista sobre el país, la centralización del sistema (pese a la espectacular apertura económica), siguen estando ahí. Leía hace días que, por primera vez, en muchos países de Asia el ingles empieza a ser superado por el mandarín como la lengua más estudiada. Es otro síntoma.