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Chivos expiatorios

 

Querido Luis Miguel,

 

Ya no está tranquila la torre de marfil de la que charlábamos un día. Como a ti, también hasta ella ha llegado ese clamor turbando el ambiente. Y sus moradores han tenido que salir y clamar por la mayoría silenciosa. Que no es pedir docilidad –para eso usan «manifestaciones pacíficas»– sino persuadir a una parte de la sociedad todavía confusa para que censure a la otra ya en la calle. El ciudadano indeciso debe elegir entre situarse del lado bueno o con los alborotadores. 

 

Podría tener razón la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en que la banca cometió una suerte de violencia financiera y que hay que librar a los desahuciados de toda la deuda que acarrean. Y quizá también sean acertados los argumentos de las entidades financieras: de aceptar la dación en pago con carácter universal y retroactivo, el crédito hipotecario se encarecería limitando el acceso a la vivienda a unos pocos. Así que las autoridades y los grupos financieros han ido deslizando una serie de mensajes para ayudar a resolver el dilema. «La ley hipotecaria española ha permitido a la mayoría comprar su propio piso. Son solo unos pocos los que no pueden pagar su deuda. Algunos hipotecados quieren la dación en pago para comprarse otro piso«, insisten una y otra vez.

 

Esa última tesis suele calar: hay ciertos grupos que no están por arrimar el hombro. Son los egoístas. Se presenta ante el conjunto de la sociedad a los funcionarios, ninguneados e incluso ridiculizados en la anterior etapa de bonanza y que desde que España se aferró hace ahora tres años a la austeridad expansiva han sufrido una pérdida de poder adquisitivo del 25%, como intocables privilegiados.  Ya sabes, la mayoría de ellos tiene un puesto de trabajo fijo. O como vagos. «Los funcionarios deben olvidarse del cafelito y de leer el periódico».

 

La demonización de colectivos o de sistemas –se hizo con el de las cajas de ahorros, ¿qué no funcionó, su modelo original o sus últimos gestores?– puede desacreditar una protesta o servir para imponer una determinada política. Pero la búsqueda de chivos expiatorios, dividir y enfrentar a la ciudadanía, podría entorpecer el camino hacia ese esfuerzo colectivo que dicen nos sacará de esta.

 

M. V.

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