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Mientras tantoCielo e infierno

Cielo e infierno


Al mismo tiempo que los dos grandes partidos hacen suyo el dominio constitucional, otros dos grandes partidos, Real Madrid y Barcelona, han dejado el campeonato de Liga para los restos. Más que aquella entrañable serpiente que recorre los fines de semana de agosto a mayo en la vida de los aficionados, esta parece ser la Liga escocesa en el que los dos contendientes el católico Celtic y el protestante Rangers disputan desde hace un siglo la hegmonía espiritual del balompié de las Tierras Altas. Si cabe el mal todavía se agrava aún más por el demonio competitivo que parece ensañarse con las dos escuadras. Por distintas razones, Mourinho y Guardiola, son el hambre y las ganas de comer, el agua y el aceite de este purgatorio dantesco en el que todos tenemos en la mente la próxima cita entre los dos duelistas.

Malo para un fútbol en el que la otra gran protagonista, La Roja, no parece entender su nuevo entorchado mundial y, a la espera de mayores retos va dilapidando partidos y partidos en amistosos. El bigote de Don Vicente se tuerce mientras el presidente de la Federación, el incombustible Villar, hace gesto de tesorero del Reino y acomoda sus posaderas al lado de los grandes disfrutando de esta nueva condición de potencia. 

Al daño se une la mala baba del portugués cuyo dedo en el ojo ajeno (de árbitros y entrenadores, de céspedes y sorteos, de medios de comunicación y mercados) parece sentar bien a una parroquia merengue que ve como el gran Leviatán blaugrana va ascendiendo, título tras título, los peldaños de la gloria. Una de las últimas pancartas exhibidas en el Bernabeu «Mou, tu dedo nos señala el camino» muestra el estado talibán en el que se halla la institución de Florentino, un presidente que lleva el camino de los jeques árabes cuyos millones, en Málaga a Manchester, no sirven para comprar los torneos.

Con ese escenario es normal que se espere la llegada de la Champions con alivio y que ese himno tan televisivo y cervecero haga acelerar las pulsaciones, pues el reto que se anuncia es soporífero y consistirá en mirar a Messi y a Ronaldo, y ver quien mete más goles por los campos de España o qué equipo rompe la barrera de los cien puntos. 

La cantera del Barcelona parece de momento un filón inagotable y la rabia del Madrid, la de un rottweiler. La paz entre los bandos es una cuestión peliaguda en este nuevo arte de la guerra. Para el Madrid el Barca hace teatro y para el Barca el Madrid mete el dedo en el ojo. Casillas y Xavi tienen un papelón en el desaguisado.

Mientras todo ello ocurre hoy daremos un vistazo a la otra Roja, la del basket, que con el mejor equipo de su historia se mide hoy al gigante bueno lituano. La novedad española es que cuenta en sus filas con un tremendo pivot africano que el ministro de Fomento llamó Ikea. Quizás un lapsus de contable, que el bueno de Ibaka habrá entendido a medias en Oklahoma.

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