¿Cuántos años hacen falta para darse cuenta de que algo nacido mal debe terminar cuanto antes? Acaba de terminar la XX Cumbre Iberoamericana y su desarrollo ha sido para llorar (el resultado de todas estas cumbres siempre es de ese tenor).
Un rey balbuceante de una metrópoli que ya no lo es trata de ejercer de jefe de un Estado en que nadie puede decidir sobre su permanencia. Un presidente saliente con cinco millones de parados en la espalda que dice sentirse latinoamericano (lo que nos faltaba en Otramérica) y que sólo sabe hablar de Europa. Una ejecutiva del Banco Mundial que tiene la osadía de hablar de recetas para unos países a los que su banco ha hecho todo lo posible para aruinarlos. Unos pocos presidentes latinoamericanos que dudaban de si quedarse sentados o salir con alguna dignidad de un encuentro indigno (como los últimos XX). Una resolución final que dice que hace falta más Estado, cuando las últimas décadas se ha impulsado todo lo contrario.
En fin, que ya es hora de cerrar el kiosko, que España debería aceptar que desde el siglo XIX (si no antes) no tiene nada que hacer en Otramérica. China o Brasil son los dueños del balón en este siglo XXI y España sólo sigue viniendo por estos lares para extraer (es lo que hace el Banco Santander, el BBVA, FCC o Sacyr, entre otras muchas) y que su aporte sigue siendo folclórico y marginal.
Ya no es tiempo de colonizadores y las Cumbres Iberoamericanas aún tienen el tufillo de los virreyes. Siempre hay ‘manzanillos’ del lugar (siempre criollos) que le siguen la corriente a los de la antigua metrópoli, como el Uruguayo Enrique Iglesias y la ralea más casposa de la Latinoamérica que sigue yendo a los toros y bailando sevillanas, pero en general a los ciudadanos de este lugar del mundo las cumbres sólo le parecen un despilfarro menos entretenido que Latin American Idol.
En Cadiz, en 2012, Rajoy tratará de impulsar la agenda de FAES para América Latina y, entonces, las Cumbres lo serán sin máscaras ni disimulos: un camino para la reconquista… Estos de Madrid no se enteran.