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Mientras tantoCiudad Juárez

Ciudad Juárez


 

En la calle Villas del Portal y en las casas 1306, 1308, 1310 quedaron las aceras ensangrentadas. Se recogieron 70 casquillos de cuatro distintos calibres. En los muros y los pisos hay huellas de sangre, y en la calle se evapora al sol un charco de agua enrojecida y basura. Esto es Ciudad Juárez.

 

Un experto en inteligencia me comentó días atrás que algo muy fuerte se preparaba en Ciudad Juárez. Recién volvió de dicha urbe y pudo comprobar la pérdida absoluta del Estado de derecho allá. Es tierra sin ley, me dijo. Y añadió: no parece tener remedio. Ni la presidencia de la Republica, ni el gobierno del estado de Chihuahua, ni el congreso, ni los partidos políticos quieren saber ya del problema. Mucho menos las autoridades municipales, ni las policías ni el ejército. Se da por perdida a Ciudad Juárez. El núcleo de tan grave adversidad reside en la connivencia del Estado mexicano y distintos gobiernos con el Cártel de Juárez y el gran negocio de la droga. Nada de este trato ha cambiado en dicha frontera desde que, en 1988, las autoridades federales, estatales y municipales le otorgaron inmunidad a dicho grupo criminal a cambio de dinero.

 

Todavía era la época de Rafael Aguilar Guajardo al mando del Cártel de Juárez. En 1993 Aguilar Guajardo, ex comandante de la policía de seguridad del Estado, sería asesinado para que ascendiera en su lugar Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, narcotraficante originario de Sinaloa, que desaparecería de la escena en 1997 para dejar a su hermano Vicente Carrillo Fuentes al mando del narco-imperio. A la fecha, y a pesar de tener en contra una orden de aprehensión por múltiples delitos desde doce años atrás, Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, continúa libre y ajeno a cualquier molestia de las autoridades mexicanas. Residente en Ciudad Juárez, ha podido sobrevivir a las defecciones de un ex miembro del Cártel, Joaquín Guzmán Loera, que se ha convertido en su contendiente superior: sus sicarios en Chihuahua se denominan Gente Nueva. La clave de la impunidad de Carrillo Fuentes está en la fortaleza de su red de socios económicos y políticos. Los tiene en la frontera juarense, entre los hombres y mujeres prominentes de allá, y también en todo el país, desde luego, en la capital. El gobierno presumió la detención en 2009 del hijo de Amado, Vicente Carrillo Leyva, quien tenía años de evitar caer en actividades comprometedoras.

 

Vivía en la Ciudad de México y, al aprehenderle, se desplegó un dispositivo mediático que se esfumó de inmediato. Mientras tanto la violencia se acrecentaba en Ciudad Juárez. Al final de 2009 se registraron 2,658 mujeres y hombres ejecutados por la guerra del narcotráfico. Se le considera la ciudad más violenta del mundo. El experto de inteligencia me advirtió: no olvide que el Cártel de Juárez y la gente de poder de la ciudad emprendieron años atrás el secuestro, tortura, violación y asesinato de mujeres. Una diversión extrema que comenzó con obreras de los parques industriales y les sirvió para amedrentar a autoridades y reafirmar su dominio exclusivo en una frontera estratégica para el contrabando de personas, droga, armas, mercancías y productos, además del lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas. Ahora, el terror ha vuelto bajo la forma de violencia dirigida mediante atentados de bandas criminales contra la población civil. La mayoría de las personas repite la versión oficial sobre Ciudad Juárez: una localidad difícil donde el gobierno combate al crimen organizado. Pasan por alto que el narcotráfico es parte de las instituciones a través de sus diversas alianzas de poder.

 

El Cártel de Juárez y su brazo armado La Línea, al que apoyan pandillas como Los Aztecas, mantienen el control de tal frontera al lado de Los Zetas, sicarios del Cártel de El Golfo. La policía federal y el ejército sólo realizan una presencia táctica de simulación, algo muy distinto a una tarea ofensiva contra el crimen organizado. El resultado ha sido una operación inútil y cruenta del gobierno por el hostigamiento constante a la población civil, por la falta de respeto a los derechos humanos. Meses atrás la ONU expresó su deseo de enviar a Ciudad Juárez un comisionado especial en ejecuciones sumarias. El gobierno mexicano se negó a aceptar la visita y la postergó al año de 2011. En un festejo en diciembre pasado en la capital mexicana, una española interesada en los sucesos de Ciudad Juárez, de donde acababa de regresar, me confesó sus impresiones: en Ciudad Juárez las cosas ya comenzaron a cambiar. Le respondí: vives en Disneyworld, no tienes puta idea, allá todo ha empeorado. Molesta por mi respuesta, se levantó de la mesa.

 

El sábado 30 de enero, 28 muchachas y jóvenes que celebraban una fiesta fueron baleados por un comando. Murieron 16. Como tanta otras veces, las autoridades incriminaron a las víctimas. En el barrio de la matanza, encima de las casas a medio construir, se ve ondular descolorida, las puntas ya meros hilachos, una bandera tricolor. Ciudad Juárez: germen y actualidad del mundo más indeseable.

 

http://lapolaka.com/2010/01/31/lugar-de-asesinato-de-13-estudiantes/

http://www.eluniversal.com.mx/estados/74615.html

http://elorbe.com/seccion-politica/articulos/calderon-rechaza-la-supervision-de-la-onu.html

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