Uno de los aspectos más interesantes de la dieta que tomamos los españoles es la riqueza de productos que consumimos. Hortalizas, legumbres, frutas, carnes, pescados… Amplia variedad de alimentos cocinados con originalidad, ingenio y creatividad. Cuando uno viaja por ahí fuera se da cuenta de lo que tenemos con esta cultura tan extraordinaria y no es necesario irse a restaurantes del alto nivel en donde se emplean sopletes y se hacen los más sofisticados platos, me refiero a la cocina que hace mamá o la abuela. Ya sabemos que comer puede convertirse en todo un placer, sobre todo si está acompañado con un buen vino. Comer es una necesidad, de eso no cabe duda, pero a veces nos pasamos…en verano, en navidades, cuando la BBC, ya sabéis, Bodas, Bautizos y Comuniones, y todo eso, a la larga, pasa factura. Menos mal que la gente es prudente y regularmente va a su médico para hacerse una analítica y verificar una serie de parámetros. Sin embargo, tanto análisis ha permitido que la gente se haga una idea de que mide cada uno de los indicadores que aparecen en la hoja de papel firmada por el correspondiente médico analista. Esto a veces no es muy bueno porque se generan conceptos equivocados. Un ejemplo de esto es el caso del colesterol…”tengo un poco alto el colesterol…pero el bueno…” “…Estoy preocupado porque tengo alto el colesterol malo…”
¿Es que hay un colesterol bueno y un colesterol malo?
La respuesta es ¡NO! Solo hay un colesterol. El colesterol es un esteroide, sí, como esos que usan los “mazas de gimnasio” para tener esos músculos tan espectaculares. El colesterol es un lípido y como todo lípido (como las grasas o los aceites), es poco soluble en el agua, por lo que para ser llevado de un sitio a otro del cuerpo necesita un medio de transporte. Este transporte lo proporcionan un grupo de proteínas que llevan al colesterol como un barco nos lleva a nosotros de un lado a otro de la bahía. Cuando los niveles del colesterol que consumimos es normal, los barcos que llevan a esta molécula discurren por el torrente sanguíneo sin el menor de los problemas, llevando a este compuesto a los lugares donde hace falta. Sin embargo un consumo excesivo de grasas animales, o un defecto en nuestro metabolismo, elevan tanto los niveles del colesterol que otras proteínas tienen que llevarlo por la sangre puesto que las primeras están ya ocupadas. Sucede que estas proteínas con el colesterol se acumulan en la parte interior de los vasos sanguíneos haciéndolos cada vez más estrechos y más rígidos. Este fenómeno, llamado arteriosclerosis, es por todos bien conocido y tremendamente temido.
Así que ¡Ojo!, no hay colesterol bueno ni malo, solo hay uno, pero si nos pasamos de la cuenta el colesterol va en otro barco y “atraca” en puertos no deseados…
Jesús Pintor. Bioquímico.