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Colombia, una presidencia muy reñida

El próximo 30 de mayo los colombianos elegirán un nuevo presidente. Esta vez, el término nuevo tiene más sentido que en elecciones anteriores. Se cierra un ciclo de ocho años, de dos mandatos consecutivos de Álvaro Uribe Vélez. Ciclo que Uribe hizo realidad después de lo que el país conoció como pequeña cirugía a la Constitución Política. Antes de 2006, cuando terminaba su primer mandato, ésta no permitía la reelección inmediata del presidente. Lo intentó una vez más tras su segunda legislatura, pero la Corte Constitucional se lo denegó, impidiéndole ser nuevamente candidato. Y por eso ha retrasado dos meses una campaña que tenía que haber comenzado en febrero.

       Esta vez, son ocho los aspirantes a ocupar el primer cargo de la nación: Germán Vargas Lleras, por el partido Cambio Radical; Antanas Mockus Sivickas, por el partido Verde; Juan Manuel Santos Calderón, por el partido de la Unidad Nacional (partido de la U); la ex embajadora en España Noemí Sanín Posada, por el partido conservador; Gustavo Petro, del Polo Democrático; Rafael Pardo Rueda, por el partido Liberal; Jaime Araujo Rentería, de la Alianza Social Afrocolombiana; y Robinson Debia González, de La Voz de la Conciencia. Estos últimos son los candidatos con menor opción en la intención de voto de los colombianos, con el 0%, en las encuestas.

       A la cabeza de la carrera por la presidencia están el ex ministro de la Defensa Nacional, Juan Manuel Santos –oficialista-, y el ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus –independiente-. Ahí es donde se fija toda la atención… Y la tensión del país y de los otros cinco candidatos.

Santos Calderón decidió relanzar su campaña presidencial a principios de mayo, después del vertiginoso repunte de Mockus en las encuestas. Éste,  en menos de dos semanas, pasó del 20% al 30%, superando a Noemí Sanín, que ocupaba el segundo lugar.

       El primero en las encuestas sigue siendo Santos, que basa su campaña en el argumento de ser quien continuará con la gestión de Uribe Vélez. Su principal bandera es el fortalecimiento de la Política de Seguridad Democrática, con la que el actual presidente llegó por primera vez al poder y se consolidó en su segundo mandato. Esta Política propone el fortalecimiento de las fuerzas militares para derrotar, en el campo de batalla, a los grupos insurgentes, especialmente las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC).

       La Política de Seguridad Democrática también ha logrado recuperar la confianza en las zonas apartadas y vulnerables del territorio colombiano. Pretende reducir la presencia de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), considerados terroristas por este Gobierno, la Unión Europea y Estados Unidos, y el desmonte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

       Pero también se ha pagado un precio alto por estas acciones. Es el caso del escándalo de los denominados falsos positivos, una serie de operaciones oscuras realizadas por el Ejército colombiano. Actualmente, un grupo de militares ha sido condenado y otro está siendo investigado por reclutar a jóvenes para luchar contra esos grupos. Estos, en su mayoría desempleados de barrios humildes, llevaban a cabo acciones macabras con las que esperaban conseguir las recompensas del Gobierno por capturar terroristas. Todo esto en la presidencia de Uribe Vélez, y bajo el mando del ministro de la Defensa Nacional, el hoy candidato Juan Manuel Santos.

       Las cifras hablan por sí solas. El Informe para el Examen Periódico Universal de las Plataformas de Derechos Humanos y Paz señaló que “en el último quinquenio se ha constatado un aumento del 67,71% en los registros de ejecuciones extrajudiciales directamente atribuidas a la Fuerza Pública, lapso que coincide con la aplicación de la Política de Seguridad Democrática promovida por el Gobierno actual desde su posesión el 7 de agosto de 2002. Así, entre julio de 2002 y diciembre de 2007, se han registrado por lo menos 1.122 casos de ejecuciones extrajudiciales atribuibles directamente a la Fuerza Pública, frente a 669 casos registrados entre enero de 1997 y junio de 2002”.

       “Si hay algo que hay que agradecerle a este gobierno, y que es responsabilidad de cualquier gobierno, es el debilitamiento a las guerrillas. Ojalá ese debilitamiento hubiera sido conforme a la ley. Ojalá no tengamos que estar reportando más falsos positivos, más retenciones arbitrarias”, manifiesta el periodista colombiano Hollman Morris.

 

 

       Pero Antanas Mockus propone un gobierno nuevo con la filosofía de la honradez, alejado de la politiquería y una guerra directa a la corrupción. Armado de un girasol y ejemplos pedagógicos -fue docente universitario y rector de una de las universidades públicas más prestigiosas de Colombia, la Universidad Nacional- se ha ganado la simpatía, especialmente, de los jóvenes que quieren un cambio en el poder. Su fortaleza y mayor caudal electoral estará en quienes por primera vez ejercerán el derecho al voto, jóvenes entre 18 y 20 años. Los primivotantes, como los ha bautizado.

       Mockus Sivickas confirmó su apuesta por la honradez el pasado 14 de marzo, después de ganar la consulta del Partido Verde, a la que se presentaban los también ex alcaldes de Bogotá, Luis Eduardo Garzón y Enrique Peñaloza. En esas elecciones, el Partido Verde sorprendió al conseguir seis escaños en el senado. Y su líder, Antanas Mockus, sorprendió aún más al devolver más de la mitad del dinero que el Estado concede a los partidos en compensación por el número de votos obtenidos. Al Partido Verde le correspondían cerca de tres millones de euros, pero sólo cobró la tercera parte, es decir, lo que realmente se habrían gastado en la campaña. “Los dineros del Estado son sagrados y no se pueden malgastar”, dijo Mockus.

       Otro factor que catapultó la campaña verde fue la adhesión del candidato Sergio Fajardo, un popular ex alcalde de Medellín que decidió retirarse de la carrera presidencial para unirse a la propuesta de Mockus. Éste confirmó así un equipo sólido, respaldado por las gestiones de los ex mandatarios de las dos ciudades más importantes del país, quienes gozan de la simpatía de un buen número de votantes. La ola verde, como se le ha llamado al fenómeno Mockus, tiene su principal plataforma de divulgación en las nuevas tecnologías, especialmente en Facebook, donde su perfil cuenta con cerca de 700 mil fans, además de cientos de perfiles de grupos que lo respaldan en la popular red social. “Yo veo que el fenómeno de la ola verde es el reflejo de un país que se cansó de la rejo, de la fusta, del caporal de finca y que ahora quiere y prefiere al profesor. Prefiere el lápiz, los argumentos, la ley; y que es un país que está rompiendo el miedo”, subraya Morris, reconocido periodista de investigación.

       La publicidad negra ha sido otro de los elementos que han marcado la campaña. A través de vallas y mensajes publicitarios se ha intentado infundir miedo a perder parte de la seguridad alcanzada si se renuncia al uribismo. Hasta un pastor de la iglesia evangélica en una homilía manifestó a sus fieles que era “designio de Dios votar por Juan Manuel Santos”.

       La más reciente encuesta de Invamer Gallup indica que habrá empate técnico el 30 de mayo entre el profesor Antanas Mockus y el candidato uribista Juan Manuel Santos. De ser así, Gallup vaticina que Mockus derrotaría a Santos con el 48,5% frente al 43% en segunda vuelta el 20 de junio. En Colombia se realiza segunda vuelta electoral entre los dos candidatos con mayor votación si quien tiene el número superior no completa la mitad mas uno del total de votos. La encuesta deja ver en primera vuelta una victoria de Santos con 38% sobre Mockus con 36%. El resto de los candidatos, encabezados por la embajadora de Colombia en España, Noemí Sanín, ni si quiera se acercan. Y los partidos tradicionales colombianos, el Liberal y el Conservador, se hunden en las encuestas.

       Este resultado pone a pensar a los electores. Caro Flaker, estudiante universitaria de Bucaramanga de 18 años, votará por primera vez en estas elecciones, las más reñidas y polarizadas de los últimos años. “Yo sí voy a votar, pero ahora no sé por quién. No sé si irme por el voto útil o el voto democrático. O sea, el útil de votar por quien creo que va a ganar o el democrático, es decir, por el que yo realmente quiero que sea presidente. Lo pienso mucho porque yo quiero algo mejor para el país, pero quiero que mi voto valga algo. No quiero que se pierda en un candidato que no va a ganar”, dice la joven, que quiere votar por Germán Vargas Lleras, pero que cambiaría su voto por Antanas Mockus porque lo prefiere a Juan Manuel Santos.

       Así las cosas, el 30 de mayo los colombianos confirmarán estas cifras. Y si se mantiene la tendencia y las encuestas están en lo cierto, Juan Manuel Santos y Antanas Mockus tendrán tres semanas más para convencer a los ciudadanos de que su propuesta es la mejor y así imponerse en la segunda vuelta. Estas son las elecciones más reñidas de los últimos 30 años, y se pone en juego la continuidad del uribismo en el heredero del Presidente. Santos se enfrenta a la nueva opción de un mandatario que ha hecho del respeto, la educación y la honradez sus banderas.

 


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