Libro de olas del mar en formación y alas de mirlo en vuelo comparado, de asombro y creación. Con todo y con todos nosotros. La escritora recoge en estas páginas ideas y vivencias que llevan a un movimiento. Lo dijo Rilke, nos cuenta Mary Oliver casi al final: Has de cambiar tu vida: Con el libro como compañía y dos arañas acurrucadas en nuestros dos ojos.
—No es que desprecie las comodidades, o las rutinas establecidas del mundo, pero sus inquietudes apuntan a otro sitio. Sus inquietudes son el límite, y la creación.
—La fuerza y el tronar oceánicos que transmite un poema de Whitman. Viví muchas horas dentro del iluminado círculo de su certeza, y de su bravura.
—Las golondrinas, que pían un poco mientras sobrevuelan la laguna de un extremo a otro, pasan sobre mis hombros y a través de mi pelo. Una tortuga se cruza despacio por el limo del fondo, rozando mi mejilla. Si escuchase en este momento el tictac de un reloj, ¿recordaría lo que es, lo que significa?
—Mientras lo observo, el zorro se tumba junto a las flores púrpuras. Contempla durante un rato a las barnaclas, y luego el ágil cuerpo se encoge, adopta una postura cómoda entre las hojas y las flores, y se duerme.
—Alterar.
—Voy camino del océano, con el sol, apenas alzándose, sobre mi hombro izquierdo, y la luna, como un círculo de pálida nieve, remoloneando sobre el derecho.
—No había conocido a nadie como ella en Ohio.
—Más propio de una geografía mental que de ninguna parte del mundo.