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Acordeón¿Qué hacer?Comerciar con el sufrimiento. El caso del ‘tour de La Manada’

Comerciar con el sufrimiento. El caso del ‘tour de La Manada’

Me han condenado a 18 meses de prisión y 15.000 euros de indemnización a la víctima de La Manada. Muchas personas se han indignado y enfadado conmigo, tal vez como tú ahora. Han comentado en redes que esta condena les parece poca, y en mi trabajo y mi círculo cercano estoy teniendo que lidiar con una situación bastante dura. Me han cancelado charlas en el museo Reina Sofía. Y, sin conocer en profundidad los detalles, no es para menos.

En realidad se trata tal vez de una de las mayores mentiras mediáticas sostenidas en España, y que ninguno de los grandes medios nacionales ha contradicho. Lo que tiene de particular es que es tan fácilmente comprobable que cualquiera puede identificar las mentiras.

Se trata del caso del tour de La Manada. Tal vez lo hayas oído ya, tal vez también te hayas indignado con ese “desalmado” que pretendía lucrarse vendiendo calcomanías de El Prenda, o con ese “bromista” que se pasó un juicio penal de cachondeo e hizo sufrir a la víctima. Ambas personas soy yo, pero ninguna de las dos cosas son ciertas. Se trata de los marcos de discurso en los que los grandes medios envuelven el tema para dejar fuera su propósito verdadero: una trampa de la que ni siquiera saben cómo salir.

El colectivo al que pertenezco, Homo Velamine, ya había trabajado modestamente con desinformación antes, con acciones como las de los cleroflautas, hipsters con Rajoy o Feministas con Esperanza Aguirre (FEA), que varios medios dieron por buenas y eligieron para ilustrar sus artículos o abrir debates.

Estas acciones tienen sus raíces en el situacionismo, un movimiento que tomó el espíritu revolucionario del surrealismo y lo adaptó al mundo de los años 60. En ese momento el cine ya estaba homogeneizando la sociedad occidental, y la televisión se estaba introduciendo en todos los hogares. Estamos ante un nuevo paradigma en la que “todo se ha convertido en una mera representación, una acumulación de espectáculos, que no son un conjunto de imágenes sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes”, según la figura más prominente del movimiento, Guy Debord. Los situacionistas proponen retar esa construcción de situaciones y romper el poder simbólico de los medios. “Debemos hacer un uso hábil de los medios de comunicación imperantes para dotar de capacidad de seducción a propuestas aparentemente delirantes”, decía Debord. A ello nos lanzamos.

 

 

No ahondaremos en todos los detalles del caso, que pueden consultarse aquí, pero sí viene bien hacer un rápido repaso. Se trata de una web donde se ofertaba un supuesto tour por el recorrido de La Manada con la joven. Era un absurdo que simplemente ponía un espejo ante los medios, que llevaban años dando el caso con todo lujo de detalles, incluida la ruta. La web original estuvo activa entre el 3 y el 5 de diciembre de 2018, día que apareció una esperada sentencia contra La Manada y los medios iban a dar su clásico festín informativo. Nuestro objetivo era modesto: que cuatro o cinco medios picaran y enfrentarlos a su propia contradicción. Pero la prensa nos ganó por goleada, y el día 5 el tour apareció en todas las radios, televisiones y diarios online, que lo trataban como una aberración. Ese mismo día cambiamos la web para recoger parte de la impresionante cobertura mediática, y al día siguiente publicamos un desmentido que aclaraba lo sucedido, recogía algunos  mapas interactivos con el recorrido publicados por los medios y sacábamos algunas conclusiones. Ese desmentido es lo que puede verse en la web a día de hoy, y que lleva online todo este tiempo.

Con la publicación del desmentido nos llamaba la atención que en Twitter convivieran personas que seguían dando el tour por verdadero con otras que compartían la aclaración. Estamos hablando de que la única comprobación necesaria era buscar “tour la manada” en Google y pinchar en la web, nada más. Pero no es justo esperar que el público haga lo que es labor de periodistas. Lo que pasa es que estos tampoco lo hicieron: ningún medio dijo que el tour era falso, incluso algunos, suponemos que programas grabados, siguieron dando el tour como si fuera verdadero. Pero esto era solo el principio.

El proceso judicial que me ha condenado va muy de la mano del proceso mediático. Cinco meses después de que el desmentido estuviera visible en la web, y ya con el tour más que olvidado, la abogada de la víctima interpone una demanda. En su escrito de acusación nos acusa de “comercializar con el sufrimiento de la víctima” y, a pesar de mencionar algún dato presente en el desmentido, que obviamente conoce, trata el tour como si se hubiera realizado. Por ello nos pide 20.000 euros de indemnización y tres meses, tres años y un día de prisión. La fiscalía, por su parte, pide el sobreseimiento del proceso. Pero los medios comienzan a tratar el caso con unos marcos de discurso equívocos en una huida hacia adelante de la trampa que les había retratado.

“Un desalmado que quería comercializar con el sufrimiento”

En septiembre de 2019 el recurso que puso mi abogado no fue admitido, lo que significaba que íbamos a juicio. Antes de que yo mismo o mi abogado lo supiéramos, la noticia ya estaba en la prensa. Un periodista, primero en El Periódico y luego en La Sexta, reproduce palabra por palabra partes de la acusación (que, recordemos, no es pública) y afirma que el autor dice que se trataba de una crítica solo para librarse del proceso judicial. El resto de medios replican la información de El Periódico, y la ciudadanía se queda con la idea de que “un desalmado quería comercializar con el sufrimiento”. Es literalmente la versión de la acusación, que alguien ha filtrado a la prensa. La abogada de la parte acusadora, que lleva meses participando en programas como el de Ana Rosa, sabe que tener a la opinión pública de su parte es una buena baza.

Ese día Ana Pastor tuiteó la noticia, indignada. Ella es la fundadora de Newtral, una plataforma de verificación de información. Muchas personas en Twitter le pidieron a ella y Newtral que desmintiera el caso, pero nunca lo hizo. Recordemos que Pastor también trabaja en La Sexta, ¿podría Newtral desmentir la desinformación emitida por su propia cadena? Por otra parte, el filósofo Paul Grice establece cuatro máximas para que un discurso sea preciso: de cantidad, de relevancia, de claridad y de veracidad. Los medios de comunicación no solo cumplen, sino que también establecen, las tres primeras, por lo que para la audiencia es imposible descubrir cuándo imcumple la de veracidad. 

A pesar del tildar el tour de vergonzoso, La Sexta ya había ofrecido el recorrido anteriormente.

“Una broma en la que ha picado la víctima y su letrada”

En noviembre se celebra el juicio, y observamos cómo la abogada hace una acusación que fuerza la evidencia hasta hacerla irreconocible, llegando incluso a negar que el día que cerramos la web hubiera una sentencia a La Manada. Aquí ennumeramos algunas de sus acusaciones.

Con la resolución del juicio, en diciembre vuelve a haber un momento mediático. La sentencia no se ha hecho pública oficialmente (puede leerse aquí), pero un comunicado en la web del Consejo General del Poder Judicial llama la atención de los periodistas. A estas alturas no pueden hablar del tour como real, y el comunicado rebaja nuestra defensa a “una broma en la que han picado hasta la víctima y su letrada”, obviando toda la carga crítica y dando a entender que todo ha sido poco más o menos una risotada. Todos los medios vuelven a replicar la información, dejando a la opinión pública ahora con la idea de que se ha hecho sufrir a la víctima por una gracieta. La Vanguardia va un paso más atrás, y aún habla de “negocio”.

Ningún medio nos contacta ni da nuestra versión, solo un periodista de El País, que conocía el caso y había visto el cortapega que recogía su periódico, me llamó para hacer una entrevista. Le pedí que fuera sin cara ni nombre, dado que el linchamiento en un caso así puede estar a la vuelta de la esquina. Nos insistió, aunque fuera una foto de espaldas. Le respondí que no y dijo que lo consultaba con su editor. Cuando me volvió a llamar la respuesta fue tajante: solo hay entrevista si hay foto.

Este periodista nos conoció en Diario Vivo, un periódico oral en directo que nos invitó a participar. He de señalar que si bien los grandes medios nacionales en ningún momento se han comprometido con la verdad, otros medios donde prevalece la calidad de las historias a su rédito económico, como el propio Diario Vivo, sí nos han dado voz. Entre ellos Mongolia, Ctxt, Cuarto Poder y FronteraD, y periodistas como Juan Soto Ivars, Sonia Peralta o Esther Miguel Tula. El Salto Diario, por su parte, hace una crítica que desaprovecha el embiste brutal que este caso puede ser para los grandes medios de comunicación que pretende retar.

En la cobertura anterior a la sentencia aún podríamos hablar simplemente de falta de rigor periodístico. Para la prensa, la abogada ha sido una fuente de información jugosa en términos de audiencia, y generalmente no hace falta contrastarla. Pero ahora cada vez hay más personas y periodistas que conocen el caso, y siguen tratándolo equívocamente. Creo que a estas alturas ya podemos hablar de una clara intencionalidad desinformativa: prefieren dejar a la ciudadanía con una visión equívoca de los hechos, faltando a su deber de informar.

El marco de discurso que el CGPJ y la prensa da en este momento reduce todo a una “broma” que ha hecho sufrir a la víctima. Muchas personas se han indignado, más aún habiendo una sentencia condenatoria de por medio. Entiendo y comparto su indignación, pero hay que notar que son los propios medios los que están dirigiendo esa indignación, señalando fuera del campo de su crítica. “Si algo cabe decirse de la influencia de los medios de comunicación sobre el público, esta no es de lo que dicen, sino más significativamente de lo que no dicen”, sentencian Paul Lazardfeld y Robert Merton en su ensayo pionero sobre los medios publicado en 1948.

Homo Velamine nunca realizó el tour de La Manada, pero se nos condena por ello. En cambio, esta aberración del tour fue realizada virtualmente en cada televisión, desayuno comida y cena, durante meses, promovido con fines de lucro por todos los medios de comunicación, cometiendo los delitos que se condenan.

De modo que cada día está más claro: hay que tomar los medios de producción, sí, pero los de producción narrativa. Es el aparato del cuarto poder el que menoscaba nuestra dignidad como ciudadanos y ciudadanas. Primero, faltando a nuestra inteligencia con su fabricación de la realidad; segundo, forzando nuestra mirada a través del sesgo de sus intereses; y tercero, aniquilando cualquier vestigio de conducta crítica y contestataria. Hay que desmontar su hegemonía narrativa. Y, aunque el falso tour no va a cambiar nada la prepotencia de los grandes medios, ya es la rendija por la que muchas personas han visto cómo estos deforman y construyen la realidad.

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