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Cómo era la anterior era teatral para Álvaro Vicente

Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿mayo? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido  de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…

¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Estaba en paro y me llamaron para trabajar en una revista infantil, la revista del Club Megatrix. Año 2000. El primer encargo que me hizo la directora de la revista fue ir a Chinchón a cubrir la presentación de un videojuego. Yo soy lo más alejado que se pueda ser de un gueimer, nunca he tenido una pleiesteision ni nada que se le parezca… bueno, tuve una gueimboi de pequeño y ya… total, que me metí en un autobús con otros 9 o 10 tíos que hablaban todo el rato de lo último a lo que habían jugado, y yo me senté un poco alejado de ellos a leer… estaba leyendo Niebla de Unamuno, y notaba las miradas y los cuchicheos. Llegamos a Chinchón y unos tipos que trabajaban para Nintendo o para alguna otra marca así empezaron a hablar usando una jerga que yo no entendía y proyectaban en una pantalla imágenes del juego que estaban presentando entre las onomatopeyas de mis compañeros de la prensa gueimer. Miré por una ventana y recordé, viendo una calle de Chinchón, que allí nació José Sacristán y que yo lo que quería era escribir teatro o, en su defecto, sobre teatro. Y andando el tiempo, conocí a personas muy vinculadas al teatro que hablaban de gamificar la escena (Pilar G. Almansa, Javier de Pascual), gente que escribía teatro igual que escribía guiones de videojuegos (Antonio Rojano, Luis Felipe Blasco), gente que es capaz de sacar enseñanzas de la cultura del videojuego para la cultura escénica. Entendí que aquello tenía sentido, y los admiré. Hoy, confinados, cuando todo el teatro que podemos ver es con una pantalla mediante, todo me parece un enorme videojuego y sueño con trenes que se van desde una estación envejecida y conquistada por hierbas que nacen entre sus piedras.

¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Podría citar Las canciones, de Pablo Messiez, porque es una bellísima sinfonía de encuentro entre los cuerpos que hacen y los cuerpos que miran. Podría citar Hemos venido a darlo todo, de Voadora, por lo mismo, y porque son mis amigos del alma. Y podría citar Delicuescente Eva, de Grumelot, porque María Morales, Javier Lara y Natalia Huarte son la hostia bajo la sabia dirección de Carlota Gaviño. Pero me quedo con Paisajes para no colorear de la compañía chilena La Re-Sentida, porque es un grito rabioso nacido desde el dolor pero cargado de futuro y de esperanza.

¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Pues fue Delicuescente Eva, precisamente, en el Teatro de La Abadía. Rescato, por no repetir lo de la respuesta anterior, el impulso personal de Javier Lara, que se mete en la jaula de los leones a pecho descubierto, a bregar con sus contradicciones, a exponerse hasta el tuétano. Y rescato, siempre, el amor por lo que hacen y cómo lo hacen de Grumelot. Y, hablando de amor, rescato el trabajo de María Morales, cómo no, es que no la puedo amar más… 😉

Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…

Si hay alguien que me ha sacudido verdaderamente estando sentado en un patio de butacas, que ha provocado todo tipo de seísmos en mis cimientos, es Angélica Liddell. Esta foto es de 2005, trabajando con ella en un taller sobre Ricardo III que compartí, entre otros, con Celso Giménez y Violeta Gil, o sea, La Tristura, compañeros y amigos desde entonces.

Y mando otra foto, porque una de las cosas que más me gusta de estar vinculado al teatro es poder ir al Festival de Almagro en verano, pero que este año va a ser imposible. La foto es allí en el Festival en 2015.

(Álvaro Vicente, periodista y dramaturgo)

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