Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿mayo? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Afortunadamente la anterior era teatral me pilló trabajando mucho y con cierta pena, que no queja, de no poder ver todo el teatro que me hubiese gustado. Pero en estos días de confinamiento, mi anécdota, lo que me viene ahora con mayor cariño, son los abrazos de los compañeros y amigos que nos vinieron a ver al Canal en otoño. Sus besos. Sus palabras bonitas, sus contrariedades con el texto, con nuestro trabajo y/o con el montaje. Nuestras charlas de después de la función. El recuerdo del amor sincero de la mirada del otro, que viene a ver lo que haces y te lo comparte; y eso te hace más grande y más honesto al día siguiente.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Pude ver poco, la verdad. Pero me gusto mucho la experiencia que viví en el Festival de Otoño con Todo lo que está a mi lado, de Fernando Rubio. Fueron sólo 10 minutos, en una cama, con una actriz… pero tuve el privilegio de que esa actriz fuese María Morales. La belleza de sus ojos, y de su alma, junto con su maestría humilde, vista a través de ese texto tan delicado, y con esa intimidad tan bonita, me transformaron. Fue muy hermoso. Y revelador.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Lo último fue La medida exacta del universo de Juan Jiménez, en Nave 73. Me quedo con la voz maravillosa de Teresa Mencía, cantando en mitad de la obra, haciendo que se me pusiera la piel de gallina. Es otra actriz estupenda. Y la voz enlatada de Pilar Gómez, haciendo de madre en una conversación telefónica, que incluso grabada y ausente, sigue estando siempre inmensa
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Es mi camerino en los Teatros del Canal. Siempre me gusta crear una especie de altar totémico en honor al texto y al personaje que encarno. Ahí están los elementos de Mark y Mía en Las cosas que sé que son verdad, de Andrew Bovell.
(Jorge Muriel, actor, traductor, generador de proyectos)