Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿julio? ¿septiembre?… ) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Me temo que, para bien o para mal, no va a haber un cambio de era para el teatro. El teatro está a salvo de los cataclismos. Quizá le vendría muy bien al teatro un cambio de era humana y, desde luego, pienso que hay que hacer teatro sobrepasando la era que te ha tocado vivir.
Una anécdota que recuerdo con cariño se dio en el preestreno de mi último montaje como director, La tuerta. En escena una sola actriz, María Jáimez, y en un momento crucial de la función se le atasca el corsé que debía desaparecer rápidamente del escenario. Todo se demoró en un lapso que se hizo eterno. Yo devoré literalmente el boli que tenía en la boca. Cuando la función acabó, mi obsesión era solucionar eso para que no volviera a ocurrir nunca más. El escenógrafo (Alejandro Andújar) nos dio la solución con unos alicates. Recuerdo aflojar cada uno de los corchetes de ese corsé como si me liberase de las cadenas que me arrastraban al patíbulo. Sabía que, si no me iba tranquilo del teatro, esa noche no pegaría ojo.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Lo que más me ha gustado ha sido Lo nunca visto de la compañía La Estampida Teatro, escrita y dirigida por José Troncoso. Me pareció un espectáculo emocionante y divertido, pero sobre todo profundo y político, porque invoca ese acto transgresor y trascendental que un día emergió del ser humano cuando se diferenció de sus iguales y se puso a actuar. Por supuesto, también me transportó a mis cosas y no me soltó de la mano de mi imaginación en ningún momento. ¿Qué más se puede pedir?
También quiero destacar la actuación de Mona Martínez en Óscar o la felicidad de existir y las últimas de Peter Brook y de Bob Wilson que se vieron en el CDN. Todas me mostraron ensueños imprevistos.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Lo último que vi antes del confinamiento fue, en la sala pequeña del Teatro Español, Españolas, Franco ha muerto dirigida por Verónica Forqué. Destaco a las actrices, por descontado. Admiro especialmente a Natalie Pinot y su manera de afrontar los trabajos. Ella es magnífica y desmonta la queja de que estamos quedándonos sin referentes. ¡Mentira! Miremos al teatro que, cuando quiere, es una fuente de inspiración inagotable. Sabiendo que la Sardà era única pienso en Pinot, en Alicia Rodríguez o en Laura Gómez-Lacueva y no se quedan atrás.
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Os mando la partitura de Esteban es un volcán compuesta por Mariano Marín. Es una de las canciones del musical Con lo Bien que Estábamos (Ferretería Esteban) que muy pronto presentaremos en Madrid. La interpreta al piano en directo Néstor Ballesteros y en el escenario estamos Carmen Barrantes y yo. Para mí no hay satisfacción mayor que pertenecer a una compañía de teatro. Yo tengo la suerte de formar parte de Nueve de Nueve Teatro y de militar junto a mis compañeras en el mejor oficio del mundo.
(Jorge Usón, actor)