Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿julio? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Hace ya muchos años (soy de una era anterior a la era anterior de la que estáis hablando) que en 1973 en Barcelona fundé junto con otros tres socios una cooperativa teatral a la que llamamos Sala Villarroel. La época estaba marcada por la expectativa de un mañana inmediato. Se intuía el final del franquismo pero todavía quedaba un rato largo.
“La Villarroel se situaba claramente en las antípodas de la escena vergonzante, acomodaticia y culturalmente miserable que durante muchos años dominó, avasalladoramente, el mercado teatral catalán.” (Joan Anton Benach, crítico teatral)
Desde antes de que se abriera la llamada transición (1975) me dediqué, con mis compañeros, a la búsqueda de nuevos lenguajes de un teatro política y socialmente comprometido, tanto para la programación como para las producciones propias. El público se hizo cómplice fundamental y entusiasta de nuestra gestión, la Censura no.
En 2006 y tras treinta y tres años, terminó mi actividad en la Villarroel. Durante todos esos años pasaron por aquel escenario, las nuevas propuestas de: La Cuadra (Sevilla), Comediants, Dagoll Dagom, Teatro de la Ribera (Zaragoza), Ensayo Uno En Venta (Madrid), Mediodía y Esperpento (Sevilla), A-71, Tábano, Teatro Estable de Zaragoza, Caterva (Asturias), La Favorita (Barcelona), El Búho (Madrid), A Comuna (Lisboa), Karraka y Geroa (Euskadi), Teatro Fronterizo (Barcelona), Colombaioni (Italia), Sheer Madness (Alemania), El Gallo Vallecano, Yves Lebreton (Francia), Teatro Artello (Galicia), Pigeon Drop (Holanda), T de Teatre, Philippe Genty (Francia) o Tricicle, entre otras.
Unipersonales de El Brujo, Pepe Rubianes, Pep Bou, Gloria Muñoz, Gila, José Sacristán, Charo López o Karra Elejalde, entre otros.
Recitales de José Antonio Labordeta, Gerena, Ovidi Montllor, Luis Pastor, Quintín Cabrera, Carlos Cano, José Menese, María del Mar Bonet, Suburbano o Amancio Prada, entre otros.
Esta es la anécdota de una Era anterior que conservo con más cariño, la historia de esos treinta y tres años de la que me surge la misma duda que a Paolo Conte: “Yo no sé por qué soy viejo”.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Nekrassov de J. P. Sartre. Una sátira política muy certera, un equipo actoral excelente dirigido con maestría por Dan Jemmett. Fui a verla dos veces.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
El Método Grönholm. Me quedo con el texto de Galcerán, los trabajos de Jorge Bosch, Marta Belenguer, Vicente Romero y la primera puesta del mismo texto de Tamzin Townsend.
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Aquí estoy con Karra Elejalde en la Villarroel, en los ensayos de La kabra tira al monte, en una Era en la que se trillaba con pasión porque casi todo estaba por trillar.
(José Antonio Ortega, director de escena)
