Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿julio? ¿septiembre?… ) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
¡Qué yuyu da decir “la anterior era teatral”! Me siento como en un velatorio. Tengo algunas anécdotas, pero creo que pierden veracidad y gracia fuera del círculo en el que surgieron. Sin embargo, lo que se me representa con mucha nitidez es la cara de mis compañeros. Pienso mucho en ellos, en las ganas que tengo de encontrármelos a la puerta de un teatro o de tomarme una caña comentando la jugada. Echo mucho de menos a la gente.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Shock (el Cóndor y el Puma), con texto de Albert Boronat, Juan Cavestany, Juan Mayorga y Andrés Lima, dirigida por este último. La vi dos veces casi seguidas en el teatro Valle Inclán. La segunda vez me llevé a toda la familia, no quería que se perdieran semejante espectáculo. Es una de esas obras en las que todo parece encajar a la perfección: texto, dirección, actores, luces…todo. Lima ya lo ha conseguido en otras ocasiones y suelo acudir a sus estrenos con las expectativas muy altas. Me gusta mucho cómo se sumerge en lo más oscuro del ser humano y cómo, minutos después, es capaz de distender a un público totalmente sobrecogido. En Shock hay ejemplos muy claros de esto que digo, rupturas de código que no serían posibles sin un buen texto y sin un elenco tan comprometido.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Lo último que vi fue El minuto del payaso, en el Teatro del Barrio. Si antes comentaba que repetí con Shock, diré que he visto El minuto del payaso, por lo menos, cuatro veces. Tres en la sala pequeña del Teatro Español, hace años, cuando entrábamos con el carnet de estudiantes de la RESAD, y esta última en el Teatro del Barrio.
Lo de Luis Bermejo no tiene nombre, o sí lo tiene y yo no lo encuentro. La obra es una auténtica delicia, alegra el día a cualquiera, uno sale del teatro con la sonrisa de oreja a oreja y con lágrimas en los ojos, repitiendo partes del texto. Es un homenaje al teatro, al actor, al payaso. Pienso volver a verla, si repone, porque todo cobra más sentido con una buena “merendolota”, un “pañito”, un “Mariadelcarmensácamedeaquí” o un “¡PAPAPANCHO!” a todo pulmón. Gracias, Luis.
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Esta foto la sacó Susana Rubio, de Entrecajas, una hora antes de comenzar la función de El mago, de Juan Mayorga. No recuerdo exactamente en qué plaza, porque es un momento que solía repetirse allá donde fuésemos. Ropa de calentamiento, zapatillas de estar en casa, cafelito y pitillo. Me veo ahora las pintas y me entra la risa, no por la foto en sí, sino por los buenos momentos que pasamos en esa gira.
Ojalá la “nueva era teatral” que comienza nos traiga también alegrías.
(Julia Piera, actriz)
