Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿mayo? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Otra crisis, la de 2008, hizo que comenzara en el teatro hace ahora diez años. Yo por entonces estaba estudiando Filosofía en Cracovia y en 2010 la crisis había tocado de lleno a Réplika Teatro, la sala de teatro, escuela y compañía de mis padres. Decidí volver y echar una mano para intentar salvar el proyecto junto a ellos. Nosotros conseguimos salir adelante, pero otros muchos se quedaron por el camino. Ojalá la gestión de esta nueva crisis aprenda de la anterior y blinde los espacios de creación independientes; son la cantera de las artes escénicas de este país.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Grand Finale, de Hofesh Shechter. Fue abrumador. La entrega del cuerpo de bailarines, la composición musical, la dramaturgia escénica, la iluminación. Viéndolo desde la perspectiva actual de confinamiento, fue una celebración de la fuerza que tenemos cuando estamos juntos, presentes, de la lucha colectiva cuando nos comportamos como un movimiento. La pieza era eso, un gran movimiento sin principio ni final, una embestida sostenida y continuada. Oscura y luminosa. Ahora estamos viviendo cómo la fragmentación nos hace más vulnerables, cómo pese a nuestras diferencias, hay un territorio común de aspiraciones y necesidades que habitamos y compartimos. La pieza me recordó esa fuerza de lo colectivo, la riqueza de la diferencia frente al abuso del poder, que suele ser monorreferencial y excluyente. También Bajazet, de Frank Castorf; la segunda parte es toda una lección de composición.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Empire, de Milo Rau. Me dejó sensaciones encontradas. Por entonces, yo estaba inmerso en un proceso de trabajo que también tenía como marco la crisis de los refugiados. Abordar desde el teatro algo tan intrincado es muy complejo y saca a relucir muchos cuestionamientos sobre el sentido y la legitimidad del artista. De la obra de Rau rescato, precisamente eso, su capacidad para despertar en mí preguntas sobre dónde termina el teatro documento y dónde empieza la colonización artística de las desgracias ajenas.
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Mi madre, Socorro Anadón, emocionada tras la última vez que representamos en nuestra anterior sede de Réplika Teatro, hace poco más de dos años. Fue, además, la muestra final de mi asignatura con los alumnos de 3º de Diplomatura, la primera vez que impartía clases en nuestra escuela. En ese espacio se forjaron mi amor por el teatro y mis comienzos, con compañeros que aún hoy me acompañan.
(Mikolaj Bielski, director de escena)