Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿mayo? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Cuando mis padres me llevaban a ver teatro en Buenos Aires. Íbamos mucho al San Martín y dejábamos el auto estacionado en el parking del teatro que tenía (y creo que aún conserva) un suelo como de pavimento negro con algún elemento que brilla. Bajar del auto y empezar a ver los pequeños destellos del suelo mientras íbamos de camino a la sala ya me alteraba el ritmo cardíaco. En las salas de ese teatro vi mil puestas del elenco estable que no olvido más (Las tres hermanas dirigida por Inda Ledesma, por ejemplo) y conocí también allí el trabajo de Brook, Marthaler, Wilson o Pina Bausch. Es un espacio al que le tengo mucho cariño y en el que si no fuera por el virus este que nos encierra, estaría re-estrenando justamente esta semana Cae la noche tropical de Manuel Puig.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
El concierto que dio Silvia Pérez-Cruz en la Zarzuela con Marco Mezquida. Justamente por su teatralidad: por su cualidad de presente continuo. Ver a Silvia en escena es ver un cuerpo cargado de imprevisibilidad, siempre alerta y siempre presente, como el de los animales. Un cuerpo, además, atravesado por el deseo (y la aceptación de la hermosa responsabilidad) de entrar en relación con todos/as los/as que estemos allí con ella. Y esta relación es dedicada, como todo lo que pasará allí esa noche. Nada es en general. Cada palabra mueve algo distinto. Y su cantar se abre en ella y en nosotros/as a la vez como un descubrimiento de algo nuevo. Siempre que la veo, pienso: el teatro es esto, tiene que ser esto. En vez de mostrar algo ya completamente resuelto para el consumo del público, compartir un salto al vacío hacia un encuentro que no existía antes ni existirá después. Uf, lo escribo y lo echo de menos tanto. Qué suerte que exista gente como Silvia.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Bueno, lo último ultimísimo fue a Fernanda Orazi y Francesco Carril en la función del martes 10 de marzo de Los días felices, pero de eso no voy a hablar que me pongo a llorar de la añoranza. Justo antes de eso, el domingo 8, en Wuppertal vi un montaje de Pina Bausch que reunía en programa doble Los siete pecados capitales de Weill / Brecht con una segunda parte llamada No tengas miedo con las composiciones más conocidas de los mismos autores. Según cuenta el programa de mano, a partir de esta obra Pina empezó a desarrollar su método de composición que consistía en desarrollar material coreográfico a partir de plantear preguntas al grupo. Por más de un motivo, no me voy a olvidar más de esa obra.
(NOTA AL PIE: Al salir del teatro, de camino al hotel bajo la tormenta, se me cruzó una rata del tamaño de un gato. Yo que venía pensando en la obra, cantando las canciones bajo la lluvia en plan Gene Kelly, casi vomito del horror cuando de golpe apareció el bicho ese y salí corriendo cual atleta olímpico.
Ni bien entré al hotel investigué en Google y me enteré de que había una plaga de ratas en la ciudad (ocasionada por una señora que dejaba cantidades ingentes de comida para las palomas en las plazas) que ya estaban acostumbradas a los humanos y se paseaban a sus anchas por allí.
Entre el «No tengas miedo» que daba título a la obra de Pina, la rata de tamaño improbable, y la anécdota de la viejecita dejando comida a lo loco en las plazas, digno personaje secundario de serie distópica, pensé: se viene algo aterrador e inverosímil.)
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Elijo esta foto con Fernanda Orazi en el Camerino de Pradillo, durante las funciones de Muda (y con una cantidad exagerada de pelo en mi caso) porque fue el comienzo de una de las relaciones más importantes de mi vida que marcó para siempre mi relación con el teatro. Ojalá la «nueva era» nos deje seguir haciendo lo que amamos con gente amada. No entiendo la vida de otra manera.
(Pablo Messiez, director, autor y actor de teatro)