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Cómo era la anterior era teatral para Pilar Gómez

Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿junio? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido  de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…

¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Recuerdo con mucho cariño la “invasión” en camerinos de una señora de unos 60 años después de una función de Emilia en el Teatro del Barrio. De las salas pequeñas me gusta mucho la cercanía y la facilidad en el contacto del público con los actores, y también el bar a la salida, que casi siempre propicia una conversación o un saludo. Ese día, después de la función, en paños menores de Emilia todavía, bastante sudada y a medio despelucar, entró una señora muy emocionada, llorando y pidiéndome un abrazo. Nos lo dimos. Me contó lo bien que le había sentado la función y hablamos un buen rato de las mujeres de su generación… Que se produzcan estos encuentros es algo que para mí da sentido a lo que hacemos.

¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Ay, no he visto tanto como me hubiese gustado, porque tengo la suerte de estar trabajando (ensayos, estreno y después gira), además de una hija pequeña, que me ocupa bastante tiempo y a la que intento compensar de mis frecuentes ausencias en fin de semana.

Me gustó mucho Shock (El Cóndor y el Puma) dirigida por Andrés Lima. Me encantó descubrir una parte de la historia que yo no conocía, los entresijos de los que están en el poder, el impacto de las decisiones políticas o económicas sobre nuestra vida cotidiana. Me gustó la carcajada y la sorpresa, y aunque salí aturdida de datos y estímulos, disfruté con profunda admiración del trabajo de los actores, que estaban en estado de gracia. Conozco personalmente a todos menos a Ernesto Alterio, y con la mayoría he trabajado, así que a la admiración de verlos hacer un trabajo tan fino y tan delicado, se unía el cariño. La Margaret Thatcher de María Morales me pareció digna de la antología del teatro. Se me olvidó que era María. Me pareció una experiencia potente ser público de esa función.

¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Lo último fue Los días felices, dirigida por Pablo Messiez. Rescato el placer de ver teatro en directo, quedar con amigos para hacerlo y disfrutar de una función tan complicada e interesante como esta de Beckett. Como siempre, Messiez aporta su visión y su maestría al meterle mano a ese texto que se convertía por momentos en danza, como una coreografía de lo minúsculo, de lo inmóvil, hecha por una maravillosa Fernanda Orazi. Siempre me interesa lo que hacen.

Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…

Las cosas que sé que son verdad Las portadas de los libretos de las dos últimas funciones en que he trabajado, dibujadas por mi hija. Escojo estas fotos porque recibir los textos, leerlos por primera vez, leerlos otras mil, estudiarlos, tenerlos rondando por la casa mientras los preparo, y que dibuje mi hija las portadas, me parece una fase preciosa de nuestro oficio. Ese momento donde todas las posibilidades se despliegan, donde todo está por hacer, por descubrir, por debatirse y la cabeza bulle vayas donde vayas y hagas lo que hagas, completamente conectada con el trabajo. Esa sensación es la que luego intento mantener en cada función.

(Pilar Gómez, actriz)

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