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Cómo era la anterior era teatral para Rakel Camacho

Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿mayo? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido  de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…

¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Lo último que viví de la anterior era teatral, y con sumo entusiasmo y cariño, fue la visita de Carolina López y Lautaro Bolaño a la que fue la última función de Una novelita lumpen de Roberto Bolaño, adaptada y dirigida por mí, en Pavón Teatro Kamikaze el 7 de marzo de 2020. Si bien la evolución de la pieza estaba alcanzando cotas de alta potencia, esta última función fue toda una experiencia bestial, tanto, que yo misma estaba alucinando con lo que pasaba: la presencia participativa de los espectadores, la tensión en el patio de butacas, y la actuación sobrenatural de Rebeca, Jorge, Trigo y Diego. Ese día (aunque otros también) la obra mostró todo su esplendor. Había unos nervios especiales. Queríamos que todo fuera excelencia, y este deseo fue superado con creces, de manera que la fascinación de Carolina y Lautaro dio cuenta de un ritual extraño, en el que parecía que el propio Bolaño estaba en la sala. Fue todo muy especial. Gran parte del público aplaudía en pie, llorando… esto no había pasado así en anteriores funciones, más allá del impacto que aseguraban recibir muchos espectadores…

Al acabar fui a abrazar a Carolina y a Lautaro. Ambos sonreían, emocionados. Nos fuimos juntos a cenar, charlar y conocernos un poco. La armonía fluyendo non stop, hermosas palabras de agradecimiento y alabanzas por tanto como les había maravillado nuestra obra. Después, parte del equipo, mi hermano Pedro que había venido a ver la función y Lautaro, iniciamos una dionisíaca noche madrileña, inolvidable. Desatados y presos de la excitación por un flechazo inevitable, era imposible imaginar que estábamos de lleno en nuestra última salida, nuestros últimos abrazos, nuestros últimos bailes, nuestras últimas palabras de amor. No me puedo quejar, la última noche de la anterior era fue una orgiástica noche; el teatro todo lo puede. Hoy pienso que aquello fue un aviso: aprovechad, decía una voz. Y aprovechamos.

¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral?
Elena Fortún, de María Folguera en el CDN. Fue una vivencia muy emocionante. Folguera, además de escritora y directora, es una tremenda especialista en escritoras, y en este caso nos brindaba un bello montaje sobre la historia de Fortún y sus conflictos como artista-madre-esposa en la época que vivió, en la que, junto a muchas literatas, comenzaba a forjar historia… Una época compleja, habitada por tanta mujer pesimista y tanta mujer activista construyendo mucho de lo que hoy tenemos. Me pareció una propuesta que tenía mucho que contar. Me emocioné en varios momentos y al acabar tuve que retirarme sola a llorar, removida por todo lo que había escuchado en la Mirlo Blanco del CDN. Una función como un dardo.

¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello?
Delicuescente Eva, de Javier Lara, dirigida por Carlota Gaviño, a partir de una idea de Javier Lara. En escena el poderío de María Morales, el propio ideólogo y artista de la pieza Javier Lara y Natalia Huarte. Me pareció una historia dura, imprescindible de contar, abordada con absoluta valentía y belleza plástica por un equipo enorme de artistas enormes. Me pareció un ejemplo muy bueno de cómo contar algo duro con mucho amor, y ya no me refiero a la forma, sino al trabajo en equipo tan bonito que se respiraba viendo la función. La unión de muchas fuerzas para crear algo hermoso y necesario donde se vislumbran cabezas pensando y creyendo. Ojalá puedan reponer sus funciones.

Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…

Lucientes

Esta foto es de Lucientes, una obra creada a partir de Los caprichos de Goya. La escribí junto a Pilar G. Almansa en 2014. En esta foto están Antonio Sansano, Alda Lozano, Teresa Vallejo, Rebeca Matellán, Lorena Benito y Jorge Kent. Lucientes ha sido uno de los montajes más importantes de mi carrera, ya que con él me inicié en la autoría de teatro posdramático y dramaturgias de la imagen. Con este montaje descubrí el teatro que quería hacer, si bien mi universo escénico y mi imaginario ya asomaban en anteriores trabajos. Lucientes fue una oda a la intuición, y, con el paso del tiempo, esa intuición se ha ido consolidando y afianzando hasta convertirse en un sistema de trabajo que continúa evolucionando.

(Rakel Camacho, autora y directora de escena)

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