Porque está claro que acabamos de pasar una era teatral, en la que hemos crecido, nos hemos formado, hemos aprendido… Lo que venga a partir de ahora (¿mayo? ¿septiembre?…) va a pertenecer a una nueva era teatral, en la que tendremos presente lo que acabamos de vivir, en la que tendremos presente nuestra vulnerabilidad como sector, y esperemos haber aprendido de este cambio de era… Para recordar cómo fue, proponemos una serie de entrevistas breves sobre la era teatral que acabamos de dejar, siempre desde el cariño y los buenos recuerdos…
¿Puedes contarnos una anécdota que recuerdes con cariño de la anterior era teatral?
Toda mi etapa en el Galileo Teatro la recuerdo con ternura y hay multitud de anécdotas. Fueron casi 8 años de vivir con una nueva y gran familia: técnicos, actores, taquilleros, administrativos, directores, limpiadores, escenógrafos, periodistas, programadores… hasta fantasmas (el edificio del Centro Cultural había sido una funeraria).
También recuerdo con especial cariño mi ayudantía de dirección en La pechuga de la sardina. Se formó un equipo de trabajo muy especial. En los ensayos hubo 10 días de caos, cada uno de los días faltaba alguien del reparto, así que yo hacía los movimientos y pasaba el texto para no parar el ensayo. La obra transcurría en las habitaciones de una pensión y cada personaje tenía la suya. Pero la dueña de la pensión (interpretada por María Garralón) recibía en el salón a todo el mundo. Así que cuando entré en el salón en el papel de X, María paró el ensayo y me preguntó: “¿tú quién eres?” Lo malo es que tuvo que preguntarme lo mismo 10 días seguidos y acabó siendo un momento de grandes carcajadas.
¿Qué es lo que más te ha gustado en lo que llevábamos de temporada en la anterior era teatral? ¿Y por qué?
Teatro en el Aire vino con Pasos perdidos a una iglesia desacralizada de Segovia. Es un trabajo sobre la migración. Habla de convivencia, reflexión, solidaridad, superación, libertad, unión, aprendizaje… Todo lo que vamos a necesitar cuando salgamos de esta dramática situación. Me gustan los trabajos de esta compañía, sobre todo, La cantina, porque consiguen despertar sentimientos y emociones que muchas veces tenemos olvidadas o que escondemos. Lidia Rodríguez, la directora, logra establecer una comunión muy fuerte entre todos los participantes de sus ritos teatrales.
Un espectáculo del año pasado que me encantó fue Shock (El Cóndor y el Puma). Andrés Lima es un maestro. El público reía, lloraba, recordaba, revivía, sufría, aplaudía. Esos minutos de convivir con una persona sentada a tu lado que no sabes quién es, de respirar un aire común, de excitarse a la vez, de comunión colectiva me emocionan. Cada vez que entro en un teatro un cosquilleo me recorre el cuerpo y sonrío. Deseo que pronto volvamos a disfrutar de esos shocks.
¿Qué es lo último que viste en la anterior era teatral y qué rescatas de ello? ¿Y por qué?
Lo último que he visto fue El otro, en el teatro Fernán Gómez de Madrid. Ese día, martes 10 de marzo, había muy poca gente en el patio de butacas y los rumores anunciaban que al salir del teatro algo pasaría. Así fue. Estábamos en los aplausos y un amigo sentado en la butaca de atrás me susurró al oído “cierran los teatros”. Salí y le pregunté a un acomodador “¿hemos visto la última función?”. Me contestó que sí, pero que la compañía aún no lo sabía. Nos reunimos en el hall varios compañeros (José Ramón Díaz Sande, Cristina Juan, Pilar Forcén, Hugo Álvarez…), queríamos esperar a los actores. El personal de sala no nos echó, varios se quedaron allí con nosotros, con caras tristes; todos hablábamos, musitábamos y nos dábamos ánimos, sin tocarnos… Era la última función de esa era… Algunos nos fuimos a cenar. Era la última cena… Nos despedimos con abrazos y besos. Llevábamos 4 horas juntos y eran los últimos besos…
Y ahora, si nos puedes mandar una foto de un recuerdo, un objeto, algo que tengas de la anterior era teatral y que defina tu relación con esa era…
Te envío una foto del montaje de La pechuga de la sardina. Durante nuestra estancia en el CDN, cada cumpleaños de alguien del equipo lo celebrábamos con tarta y cava… Casi todo el mundo cumplía en febrero y marzo, así que disfrutamos de varias fiestas. A día de hoy, 5 años después, mantenemos un grupo de WhatsApp y nos enviamos tartas virtuales en cada celebración. Si cambiamos de era teatral, en este caso, será para achucharnos y dejar de mantener amistades sólo virtuales. Ya cuento los días para que vuelva a subir el telón.
(Raquel Berini, gestora cultural y aventurera teatral)