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¿Cómo imprimir matrioskas en serie?

 

Imprimir matrioskas en serie es un sueño que hice realidad en mi Gineceo. Permítamente contarles cómo y también hablarles sobre la parte del sueño aún no realizada.

 

Desde hace varios años soñaba con ver mis muñecas impresas en tinta negra, con líneas bien definidas, sobre la tela de manta para dedicarme a «herirla» con aguja e hilo. La idea la tomé de otras creadoras que estampaban sus dibujos en tela y luego los convertían en muñecos, cojines o adornos. Me inspiraban los trabajos de Jane Foster, Nicola Pearson o Rachel McKenzie. Lo de ellas era serigrafía sobre tela; yo quería hacer lo mismo.

 

Pregunté a un par de amigos diseñadores si sabían de métodos para llevar mis matrioskas desde el papel y el lápiz hasta la serigrafía textil, pero nadie puedo darme una respuesta satisfactoria (ahora entiendo que la respuesta era demasiado larga y compleja). Entonces recurrí a la contemporánea bola de cristal que resuelve la mayoría de las inquietudes de la vida: el internet y, específicamente, Pinterest.

 

Como ya se hizo costumbre, mis exploraciones en Pinterest toman forma de tableros. Así, para este tema creé el tablero «Tela: pintada, teñida, impresa o dibujada» y también el de «Prints, grabados, impresiones, sellos». Mi primer parada, que me puso manos a la obra, fueron los tutoriales para imprimir sobre tela con moldes de serigrafía hechos a mano. Una vez que practiqué la técnica, publiqué mi propio tutorial.

 

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Viendo hacia atrás me doy cuenta de lo burdas que eran mis impresiones de aquellos días. Las líneas eran gruesas, discontínuas, irregulares, como se ve en la foto arriba. Distaban de ser los trazos perfectos que yo imaginaba. Pero era lo que había en ese momento: moldes hechos en bastidor para bordar, con tejido de media o tela de cortina, hechos con Modge Podge aplicado con pincel sobre el área negativa de mis dibujos. Ese era mi punto de partida, no el de llegada.

 

 

Con esas impresiones hechas de forma autodidacta, hice mis muñecas «soñadas». Por cierto, debo agregar que cada molde que hacía me quedaba mejor que el anterior. Veo, por ejemplo, mis Mariitas que imprimí hace un año con el molde hecho por mí y están bastante bien; mucho más nítidas que las primeras torpes matrioskas. En la foto de abajo las pueden ver en su proceso de secado.

 

 

Para las impresiones caseras, los pasos son los siguientes:

– Preparar el trozo de tela de manta (lavarla, cortarla, plancharla).

 – Imprimir la tela usando el molde con tinta permanente marca Jacquard (muy conveniente por ser lavable con agua).

 – Dejar secar la tela por 24 horas.

 – Planchar para fijar.

 

Este proceso tan casero, sin embargo, no me llegó nunca a satisfacer del todo. A mi juicio hacían falta dos cosas: uno, obtener dibujos perfectos, con líneas nítidas; dos, hacer moldes perfectos para serigrafía. Perfección, pues, eso faltaba. Y yo veía que mis modelos –las chicas anglo que mencioné unos párrafos atrás– lo conseguían, ¿por qué yo no?

 

Un taller de serigrafía

 

La idea de tomar un taller de serigrafía se me había clavado en la mente. Tenía que aprender esa técnica que me permitiría hacer realidad mi sueño. Así fue como, un buen día del año pasado, Rolando Chicas, artista con grandes cualidades pedagógicas, me recibió en su estudio Art Lab Academy en La Casa Tomada, en San Benito, para ofrecerme una mañana intensiva de serigrafía. Llevé mis dibujos hechos a mano, repintados con plumón negro, lo más perfectitos posibles. Él me guió, paso a paso, para hacer la magia de convertirlos en un molde y estampar 50 matrioskas. Aquí les muestro una de esa serie.

 

 

¡Se hizo el milagro! Lo logré. Gracias a Rolando, volví a mi Gineceo con un pante de trozos de manta, calentitos por la planchada, con mis matrioskitas lo más lindas que las he visto. ¡Qué ilusión! Moría de ganas por comenzar a bordar esas niñas de líneas tan negras y perfectas, impresas con tinta Plastisol. Como souvenir de mi jornada, Rolando me dejó conservar el molde de mi matrioska. A cambio le di una Mariita bordada en tonos de amarillo.

 

Serigrafía por encargo

 

Imprimir con serigrafía, aprendí con Rolando, no es fácil. Requiere de diversidad de materiales y del dominio de varios procesos. Además, no es limpio ni seco; en otras palabras, el área donde se hace la serigrafía se ensucia y se moja. Una de las dificultades, a mi juicio, reside en la elaboración del molde. Para ello se usan sustancias químicas y una mesa de luz situada en un cuarto oscuro. Confieso que replicar el proceso en mi casa se me hizo cuesta arriba. Así que me fui por otro camino: encargué la impresión de mis matrioskas –esta vez quise imprimir Mariitas– a un taller cercano a mi casa.

 

 

En ese taller se tomaron algunas libertades con mi diseño inicial. Me late que hicieron algo que yo desearía aprender por mi cuenta (es la parte del sueño aún no realizada de la que hablaba al principio): tratar el dibujo con un programa informático adecuado (¿Photoshop?), lo cual estuvo bien, en general, aunque dejaron un espacio en blanco muy ancho de separación en el cabello. El otro «pero» de la intervención de estos serigrafistas es que sustituyeron el texto escrito a mano (el nombre y mi firma) con letra de computadora. Y eso no lo pedí, ni me agrada. Claro que tiene solución para las 50 Mariitas que mandé imprimir: sencillamente corto esa parte y la sustituyo por tela limpia.

 

Imprimir en mi Gineceo

 

Cuando lo necesito, puedo usar los moldes hechos a mano o el molde que heredé de Rolando Chicas para imprimir matrioskas en mi Gineceo. Gracias a la tinta Jacquard, lavable con agua, no ensucio demasiado y logro buenos estampados.

 

En casa he usado una técnica que aprendí en mi jornada intensiva de serigrafía para estampar una serie limitada de Fridas en la que estoy trabajando. Consiste en tapar algunos trazos en el molde matrioskil usando tirro (cinta de enmascarar, lo llama Wikipedia) para simplificar el diseño. En el caso de la Frida, he «borrado» las líneas del delantal de la matrioskita para dibujar un huipil usando el plumón para tela marca Sharpie (ver la foto de abajo).

 

Últimamente, prefiero las matrioskas impresas que las dibujadas y coloreadas a mano. Por alguna razón, siento que tengo menos tiempo libre –o menos tiempo lúcido– para dedicarme a la producción creativa, así que bordar las muñecas estampadas me rinde más y me satisface igual.

 

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