Entrevistamos a Perpetua, de 74 años, y a Soledad, de 76. Estas dos mujeres son las inventoras de una aplicación exclusiva para móvil que quiere aportar algo más a esta nueva sociedad que se va haciendo, entre otros aspectos, gracias a la llamada economía comunitaria, representada por iniciativas ya consolidadas como Blablacar, donde se comparte coche, o Airbnb, para compartir casa. La aplicación lleva en el mercado desde diciembre. No ha tenido ningún éxito.
—¿Cómo se les ocurrió a dos personas como ustedes crear esta aplicación?
—Nuestros nietos andaban siempre por ahí con el Blablacar ese, el Couchsurfing o el Airbnb. No sé, eran ideas que nos parecían muy modernas y nos gustaban. No nos daban miedo como a nuestras amigas. Recuerdo una noche que mi nieto llegó desde Madrid en coche compartido, me contaba historias, se veía que le gustaba. Luego se fue a Portugal y se quedó en casa de alguien con el Couchsurfing ese, volvió muy contento. En el barrio dicen que estamos algo locas, que tenemos unas ideas de no andar por casa. Bueno, puede ser. Perpe y yo siempre hemos sido así, nos gusta.
—¿Entonces?
—Sí, pues que estábamos una tarde yo y Perpe aquí en casa viendo llover, y nos dijimos que en esta ciudad siempre nos había parecido muy feo que en los días de lluvia hubiese gente mojándose por la calle porque se les había olvidado el paraguas, cuando otros iban tan tranquilos solos bajo sus grandes paraguas. Vino mi nieto, acababa de merendar, y es que él sabe de esas cosas de informática porque las estudia, así que le dijimos que estaría bien crear algo para que se pudiese compartir el paraguas en los días de lluvia. Piensa que en esta zona del país llueve casi todo el año, aunque cuando más molesta es con el frío. Te mojas todo y puedes constiparte. No. Por eso lanzamos la aplicación en invierno, pero nada. Bueno. El caso es que mi nieto desarrolló la aplicación con nuestras indicaciones en tres semanas. Desde la ventana íbamos cogiendo ideas, luego bajábamos y trabajábamos a pie de campo, como se dice. Que si el paraguas cerrado, que si abierto, que si las dos o una. Vamos, un buen trabajo, la verdad. Pero, y a nuestra edad, sin prisa.
—¿Cómo funciona?
—Sí. Pues mira, es muy fácil, te registras y ofreces tu paraguas o buscas a alguien con un paraguas abierto. El móvil, a través de internet, las ondas, los satélites y todo eso, busca y encuentra a otro, luego envías la invitación y esperas la respuesta. Debiera ser algo rápido, como decir: estoy sin paraguas: ¿compartimos el tuyo? Pero a través del móvil, por eso de la vergüenza inicial entre las personas. Una vez que se empieza a compartir el paraguas ya se habla sobre la ruta y demás condiciones. Algo sencillo.
—¿Cómo explican ustedes la falta de éxito?
—Bueno, Sole y yo hemos hablado mucho sobre ello en estos meses de incertidumbre, pero creemos tener una respuesta: la gente todavía no está preparada para compartir algo de forma tan cercana y rápida, sin apenas tener tiempo para ver perfiles, comentarios y demás valoraciones. Piensa tú que compartir el paraguas es algo que se debe hacer de forma rápida para evitar que uno se moje mucho. Sin pensar. Sí, creemos que es por eso. Una pena.