Competencia
Ayer volví a encontrarme con mi ex copine después de meses sin vernos. Creo que, por fin, tengo una amiga aquí.
Nos pusimos a hablar de nuestra relación y de por qué no funcionó: ella es muy joven y quería tener hijos y no teníamos los mismos gustos y aficiones. Discutíamos mucho. Lo normal.
Me ha estado contando cómo le va la vida y los hombres que, innumerables, intentan ligar con ella. Es bastante atractiva, aunque aquí todos intentan ligar con todos.
Porque en Burkina, como en todas partes, esto del amor (o del sexo) es lo que mueve el mundo.
Su último ‘pretendiente’, me explicaba, es un hombre casado pero le ha propuesto matrimonio. Ella se ha negado y va a acabar dejándole. No porque no acepte ser la co-esposa de otra mujer sino porque él es protestante y no se casaría con ella por la Alcaldía, sino solamente en la Mezquita, con lo cual ella no tendría casi ningún derecho.
Aquí la poligamia es legal, pero para ello, cuando te casas en la Alcaldía debes firmar si el matrimonio es polígamo o monógamo y la primera mujer, sólo ésta, debe firmarlo también. Las demás esposas posteriores ya no tienen nada que decir. O puedes hacer como este hombre, que aunque él sea cristiano y su primera mujer también, le ofrezca matrimonio a mi amiga (y una casa independiente de la otra esposa, claro) pero sólo en la Mezquita (mi amiga es musulmana).
Yo me hacía cruces con la historia y le decía que me parecía increíble. Mi amiga, con los pies en el suelo, en este duro, difícil y ardiente suelo, como las pasiones que desata, me confesaba que si hubiera sido musulmán y se pudiera inscribir el matrimonio en la Alcaldía, legalmente, claro que se casaba…
Entonces empecé a hablarle del amor y de enamorarse de alguien y me contestó que por eso no hay problema, pero que esa es una cuestión más de los blancos que de los africanos.
Que ella ni puede, ni quiere, enamorarse de alguien que tenga menos dinero que ella, que su familia dejaría de hablarla y más aún de sostenerla o pagarle la comida, los estudios, sus necesidades… está estudiando y no tiene trabajo y aquí no es fácil conseguir uno.
Me comentaba cómo es difícil pensar en el amor y en esos sentimientos tan bonitos cuando no tienes trabajo ni posibilidades reales de conseguirlo, como no sea prostituyéndote, cuando no tienes cubiertas las primeras, mínimas, necesidades: comida, casa, sanidad, educación, etc, etc. No digamos las que a ellos les parecen más importantes: peluquería, vestidos, teléfono, gasolina para la moto, cervezas en un maquis y copas en la disco…
Mi ex copine bailando con sus amigas, les encanta bailar mirándose en espejos que siempre hay en las discotecas. Me decía que los jóvenes de la capital prefieren vivir sólo 10 años, pero divertirse bebiendo y bailando, que gastárselo en médicos y medicinas. Que para qué vivir más con las expectativas tan desastrosas de vida y trabajo que tienen. Supongo que el sistema favorece mucho esta ideología
Pero tampoco todas las mujeres son o piensan así. Ella es una chica de la capital, de familia venida a menos pero acostumbrada a más, y con maneras y gustos occidentales.
Nada que ver con esas mujeres de las aldeas en el que su pequeño mundo se completa consiguiendo que algún hombre la espose, aunque tenga 30 años más que ella o sea la cuarta mujer y tenga que trabajar toda su vida de sol a sol, como una mula. Pero, sobre todo, que la dé hijos. Casi su única garantía de futuro…
También he conocido otras mujeres que no piensan igual, aunque tienen trabajo por poco que ganen…
Mi amiga me comentaba como bromeaba con otra amiga suya de que la ‘competencia’ para conseguir un hombre era muy dura. Porque había en Burkina un 52% de mujeres y 48% de hombres. Yo le replicaba que eso era estar casi empatados y que si teníamos en cuenta la cantidad de hombres que tenían más de una mujer entonces las proporciones se invertían, cuando menos.
‘’Si, claro, me dijo, pero si descuentas a los pobres y los desempleados verás qué difícil está el mercado’’
Le insistí que, así las cosas, siguiera estudiando he intentando ser independiente económicamente hablando.
Me miró irónica y se echó a reír.
Competentes
Esa misma noche mi amiga me envió un sms pidiéndome que llevara al día siguiente con mi furgoneta a su hermano a una aldea a que le curaran un hombro dislocado en un accidente.
Le atendieron en un hospital público (pagando) en Ouaga, pero le dejaron tan mal que no podía soportar los dolores y fue a ver a un quiropráctico de una aldea, Nong-Nèré, cerca de mi pueblo.
Detrás de estos plásticos negros, por donde sale ese hombre en silla de ruedas, está la consulta. Hay muchas personas que se quedan viviendo en la aldea todo el tiempo que deben estar recibiendo tratamiento
Como se va volviendo uno paranoico con esto de la amenaza de los secuestros, decidí dejarle a mi guardián los datos de dónde iba porque era muy tarde para avisar a la Gendarmería y tenía que recogerle a las 5,30 de la mañana, también muy pronto para andar molestando. Además es mi amiga…, sí, sí, pero sabe que tengo dinero y nunca puede fiarse uno ni de la familia (mirad lo que le pasó a Abel con su hermano).
Por la cantidad de gente que estaba repartida por la ‘cour’ no me cabe duda de que debe tener buenas manos. Y tampoco es caro, porque cuando acabamos mi amiga me pidió que si tenía dinero para pagarle (aquí todo es poco para ellos, amigos incluidos): 2.000 Fcfas (3 €)
El caso es que llegamos y tuvimos que esperar más de 2 horas para que nos atendieran y eso porque les dijimos que yo tenía que volver a una reunión con los constructores de mi biblioteca…
En más de 2 horas de espera me dio tiempo a repartir una bolsa de caramelos entre los niños de la aldea. Éste me pareció el más gracioso con la visera o antifaz que se ha procurado para jugar. Desde luego es ingenioso: saber sacar partido a un estuche vacío de pastillas… A veces estas imágenes me recuerdan a Vermont (saludos, Andrés, por si me lees ;-). Mucho me temo, querido Andrés, que el mundo acabará más como Burkina que como Vermont, y yo soy un optimista (sin coña). Al tiempo.
Terminando: al llegar donde habíamos dejado la furgoneta vimos que había otra aparcada justo al lado con personas dentro, como había mucha gente en la ‘sala de espera’ de la consulta pensé que habrían traído a alguien a una cura. Porque la verdad aquello estaba lleno de tullidos y accidentados, parece ser que el quiropráctico es muy bueno.
Imoussa, el hermano de Fanta, mi amiga, después del tratamiento, cuando le vendaban (no pude entrar antes, supongo que cosas del secreto profesional)
Nos fuimos y veo por el retrovisor que la otra furgoneta viene detrás de nosotros por los senderos. Aquí es donde me pegó el primer chasquido el vientre, pensando que nos seguían y que al final iba a haber tenido razón todo el mundo con lo de que tenía que haberme vuelto a España, cobarde, digo cauteloso. Porque, la cabeza me hervía, caí en la cuenta de que no habían traído a nadie, ni habían recogido a ningún paciente.
Llegando a la consulta…
Cuando llegamos a la carretera principal la furgoneta nos adelantó y la perdimos de vista. Mi amiga me dijo que era un coche del Gobierno, aunque no fueran de uniforme, porque tenía matrícula roja (son las matrículas de los vehículos del Estado).
Esta es la furgoneta que nos adelantó en la carretera principal, no pude sacarle mejor foto. Es difícil en estas ‘autopistas’ conducir y sacar fotos
Así que parece que se lo toman en serio esto de que no nos secuestren y están decididos a vigilarnos-protegernos para que no nos pase nada a los blancos. La verdad, es muy de agradecer.
Para la zona, todo esto de los secuestros es un verdadero desastre económico. Supongo que entra dentro de la estrategia de los terroristas: cuanto peor para el pueblo, mejor para ellos. Antes conseguirán descontentos y caldo de cultivo para sus fines.
GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS