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Con el agua al cuello

 

El filósofo italiano Paolo Flores D´Arcais lo tiene claro: el problema es la profesionalización de la política y la partitocracia. Los partidos políticos son «máquinas que funcionan por cooptación, lo que lleva a seleccionar a los mediocres. Porque solo quienes ingresan de jóvenes en esa máquina, y aceptan competir con su logica, pueden desarrollar una carrera. Esa lógica excluye desde el principio a todos los ciudadanos que podrían participar en la política activa, pero no de forma profesional».

 

No os conforméis con este resumen: leed la entrevista completa que publicó ayer El País, que vale la pena. Flores recuerda que «la derecha no entra en crisis porque, aunque no tenga el Gobierno, continúa teniendo el poder«. Si esto es así, es que las elites económicas han conseguido instalarse en el poder por encima de una alternancia política en una democracia nominal y cada vez más falseada. Me acordé de los indignados del 15-M; creo que su vía de lucha está implícita en las palabras de Paolo Flores. La batalla más urgente es por una Democracia Real Ya. El filósofo italiano habla de «reinventar radicalmente el parlamentarismo».

 

Unas páginas más tarde, me encuentro una entrevista al escritor griego Petros Márkaris, que acaba de publicar Con el agua al cuello, una novela negra en la que se entremezcla la política. Márkaris recuerda que, antes de la deuda, eran los créditos y las hipotecas. «Éramos ricos porque teníamos dinero virtual, pero ese dinero nunca existió y así hemos llegado a los servicios públicos colapsados y al borde de la bancarrota. Un día nos fuimos a dormir con un sueño y nos despertamos con una pesadilla». Y la pesadilla es que los griegos «han perdido el control de su sistema político, están secuestrados por un sistema al que no pueden enfrentar y no pueden cambiar». Por eso «es imposible no estar furiosos con Europa».

 

Para que veamos la luz al final del túnel, y como siempre hay algún punto positivo, Márkaris cree que de todo esto «ha nacido una especie de solidaridad entre los países del sur de Europa«. Grecia, España, Italia, Portugal. Me detuve un buen rato a pensar en esta idea. Mucho más nos tendríamos que unir. La tragedia griega de hoy puede ser nuestra pesadilla de mañana. Tenemos todas las papeletas de que así sea. Y si esto es así, antes de seguir la corriente de los cronistas y políticos y comenzar a insultar al presidente griego por convocar un referendum sobre el rescate europeo, y estar dispuesto a escuchar la voz de su pueblo pese a las presiones de Merkozy, deberíamos leernos la letra pequeña, o sea, qué se le impone a los griegos en ese rescate. Insisto, mañana podemos ser nosotros.

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