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Con el agua al cuello

Bueno, se diría con la soga. Hace unas semanas se asomó a la tele nacional de Guinea Ecuatorial un adulto que, aparte este hecho, es el presidente de una institución guineana constituida para investigar y promover la ciencia. De hecho, los apelativos oficiales de la aludida institución terminan en Científicas y Tecnológicas. Damos un paso más y decimos que depende la misma de la Presidencia de la República.

 

Antes de entrar en materia, tenemos que recordar otra vez que Malabo es una ciudad de apenas dos kilómetros de diámetro que no tiene agua corriente y la corriente eléctrica es escasa, irregular y peligrosa. Los habitantes de la parte alta de la ciudad, una parte alta que coincide en parte con el barrio Campo Yaounde, no tienen dónde coger agua, pues parece ser que a dicho barrio, levantado con materiales de desecho y sin ninguna salubridad, no llegan los tubos de la misma. Pero como el agua es de primera necesidad, nadie puede vivir sin ella, y los habitantes capaces de dicho barrio salen del mismo con sus materiales de acopio y atraviesan una peligrosa carretera, precisamente la avenida Hassan II, para buscar remedio en las viviendas amuralladas del barrio Caracolas, alias Pequeña España. Debemos decir que el barrio Campo Yaounde no está cerca de Caracolas, sobre todo si tienen que cruzar la peligrosa avenida antes mencionada. Ahí encuentran que un alma caritativa extiende hasta la acera un trozo de la manguera para que los pobres llenen sus cubos, garrafas, bidones, ollas, etc. Agradecida la gentileza, tienen que pedir paciencia al cielo que encuentren a un carretillero que acceda a transportar, previo pago, sus envases a su mísero barrio o a un taxista que tenga cierto dolor en el corazón y se duela del sufrimiento. (El que no redunda hablando de Guinea es que no quiere)

 

Los que no encuentran ni taxis ni empujadores de carretillas para hacerles el favor, y no siempre se lleva envases fácilmente transportables en coches u otros vehículos, ponen los cubos destapados en la cabeza y buscan el camino de su barrio. En su camino hacia su casa, no pueden eludir el peligroso tránsito por la avenida antes citada, recién trazada y con carril doble para que el goce de los dueños de coches sea el máximo. En la acera opuesta a su mísero barrio, tienen que esperar a veces varios minutos, y con el cubo en la cabeza, para una remisión en la intensidad de la circulación. No añadimos nada nuevo si decimos que muchos de los coches que a todas las horas circulan por la mentada avenida transportan a personas que no van a ningún sitio en concreto, son ricos acomplejados que salen a la calle para que se  viera la calidad de sus coches, fabricados en otras ciudades con agua potable. A ellos se unen los taxistas que van con la petulancia por bandera, dejando en su lucha por la supervivencia muchísimo que desear. Entre unos y otros hacen que el tránsito por el sitio del que estamos hablando sea una tarea peligrosísima, y hay testimonios de vidas perdidas en el intento. En el caso referido, se trata de personas, mujeres jóvenes, muchas veces, que tienen el deseo de llegar a sus casas con un cubo de agua.

 

En las reflexiones anteriores dimos cuenta de unas mujeres esqueléticas del interior de la Guinea continental que se vieron obligadas por su pobreza a bailar para contentar al diputado de su zona cuando les vino a agradecer por haber dado por bueno el descarado pucherazo en que fue elegido. (Ojo, también pudo haber sido votado con una claridad democrática apabullante). No lo diríamos bien si no decimos, para los que acaban de sumarse, que bailan porque el diputado dejó en el centro del pueblo donde viven cajas de pescado o pollo congelado, algún saco de arroz, algunas botellas de aceite y todo lo que en su jerga se va conociendo como víveres. Es decir, y suele ser tan público que sale por la tele, que se les agradece con productos de necesidad íntima, por vital, por haber ejercido su voto ¡en secreto!

 

Las escuelas guineanas, todas, están como están, los maestros y profesores, pagando lo que cobran, se comportan como se sabe; las noticias de corrupción son tantas que hasta el Presidente de aquí pide al parlamento que tome medidas, no sabemos cómo y por qué, y sale el presidente de esta institución cuyo nombre acaba en Científicas y Tecnológicas, y que depende de la Presidencia, y dice que está en la parte continental del país para convencer a los intelectuales para instituir un día nacional de oración. Quiere que los intelectuales del continente lo apoyen para que digan por ley pública que el día cinco de junio es Día de Oración, día en el que darán gracias a Dios por el feliz desarrollo de Guinea Ecuatorial y por haber sabido enviarnos a un líder como Obiang Nguema, el artífice de este desarrollo sin precedentes. Lo dijo sin que le temblara la voz.

 

Si pudiéramos aconsejar a cualquiera sobre sus dudas para  sumarse a la iniciativa del doctor de Científicas y Tecnológicas, le diríamos que es una iniciativa a la que se sumará Dios, pues el Señor lleva muchos siglos haciendo caso y protegiendo a los ricos de manera escandalosa. A lo mínimo que persevere el de Científicas y Tecnológicas, su iniciativa prosperará, con la ayuda de Dios. Si alguien se escandaliza, por si acaso, no nos molestaríamos en recordarle que es palabra divina esa que dice que al que poco tuviere, se le quitará incluso lo poco que tuviere y se entregará a los ricos que van con sus cochazos por la avenida de Hassan II.

 

Hace poco dos lectores se interesaron por nuestras reflexiones y pusieron un especial acento en dos aspectos concretos. Uno hablaba de su ingreso reciente en la lista de mis lectores, gracias, y desencontraba cierta relación entre lo que comentaba y la leche de NESTLÉ. Otro lector, o lectora, cualquiera lo sabe, mostraba su interés por el devenir inmediato del asentamiento periurbano llamado El sueño de un hombre, alias Malabo II. Al primero le tenemos que recordar que una visita al barrio Campo Yaoundè le permitirá constatar que sus moradores son  consumidores de los productos lácteos disecados de NESTLÉ, y que, por vivir donde viven, no saben resolver el asunto de las latas vacías residuales. A la persona que quiere saber de El sueño de un hombre le tenemos que decir que  a pesar de las reiteradas ocasiones en que mencionamos el sitio, los ricos ya tienen quien airee sus asuntos más prosaicos. Creo, por otra parte, que la publicación de la intención del doctor es un escándalo. Pero claro, no lo es para los que leen los asuntos guineanos con su particular lente obtusa.

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