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Con Larra


Larra no ha muerto, Larra tiene más de sesenta años en 1871 y ha tardado una semana y cuatro días en llegar a la capital de Francia.

En la edición de Cátedra-Letras Hispánicas que tengo entre manos puedo leer una selección de los artículos que escribió en los años 30, 40, 50 y 60, también cuatro de aquel momento histórico, la Comuna de París.

Un salario y una vida, ¿Llegarán Marx, Engels o Bakunin?, La dictadura del proletariado hecha carne, y el último: Todos muertos en cajas.

Muy interesantes.

Luego Larra murió en 1879, con setenta años, el 31 de diciembre.


—Hola, Jiménez.

—Hola, Larra.

—¿Cómo sigue España?

—Ñ.

—Ññ.

—España respecto al tema de España: más o menos como escribías en 1833 en tu artículo En este país.

—¿Sigue pensando una parte considerable de españoles que vive en un país diferente?

—Sí.

—¿Con sus cosas de España únicas?

—Sí.

—¿Siguen pensando que cosas así solo ocurren en este país?

—Sí.

—¿Un país especial?

—Sí.

—¿Y pensando, claro, que en este país los políticos (clara representación de España) son lo peor?

—Sí.

—¿Que la derecha es la peor del mundo?

—Sí.

—¿Que la izquierda es la peor del mundo?

—Sí.

—¿Y que los políticos están solo para calentar el sillón o la silla?

—Sí.

—¿Que ellos sí sabrían y saben y ven claro?

—Sí.

—¿Pero que como en España no se vive en ningún lugar del mundo?

—Claro.

—¿Por la comida española?

—Claro.

—¿Por la luz española?

—Claro.

—¿Por las playas españolas?

—Claro.

—¿Por la montaña española?

—Claro.

—¿Por las terracitas y los chiringuitos españoles?

—Claro.

—¿Por las gentes (solares) españolas?

—Claro.

—Y si no miran cómo vienen los extranjeros, a raudales y de todas partes del mundo a este país.

—Eso.

—¡Joder!

—¿Y tú qué tal, Larra?

—Bien, contento de seguir vivo.

—Y yo de que estés con nosotros.

—Un abrazo, amigo.

—Otro más.

—Pero, espera, espera, ¿qué novedades hay por el mundo (del que siempre me acuerdo) del 2020?

—Pues estamos sufriendo una pandemia global, la del coronavirus. Muriendo miles de personas, esperando.

—¿Y todo Cristo (de esa parte de españoles) opinando y previendo el futuro?

—Sin duda.

—¿Y de España respecto al tema de España qué se dice?

—Pues que si en España se ha hecho tal o tal porque seguimos siendo únicos en tal o tal.

—Ya…

—Ya…

—Oye, Jiménez, ¿y qué ha sido de Andorra?

—Ahí sigue, Larra. Cuando vuelvas, vamos. ¿Te gustaría?

—Pues sí, así pruebo el tren. Es que me acuerdo de que quise pasar por ahí cuando fui a lo de la Comuna de París, pero nadie sabía cómo llegar ni dónde andaba.

—Me imagino…

—¡Qué país!

—¡Cosas de España!

—Jajaja.


y en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión de desaliento: ¡Cosas de España!, contribuya cada cual a las mejoras posibles.

Larra

se suicidó el lunes 15 de febrero de 1837, a las nueve menos cuarto de la noche. Don Mariano José de Larra se tiró un pistoletazo, apoyándose una pistola entre la oreja y la sien derecha, y le salió la bala por encima de la sien izquierda, la cual bala atravesó una puerta vidriera y se clavó en la pared…


Pues bien, caballero, ¿queréis saber qué faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡He ahí la dictadura del proletariado!

F. Engels



no prolongues por rutina la farsa irrisoria del intelectual que sufrir cree y obscenamente lo proclama

por el país y por sus hombres

españahogándose y esas leches

Señas de identidad (1966), Juan Goytisolo

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