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Concurso: Pasaje del Terror/ Avalancha en el Arena de Madrid

 

–He conseguido una foto que me llama la atención —me comentó Francisco Delgado-Iribarren (Pachi), compañero del Máster de Periodismo que estoy haciendo en Madrid, mostrándome su cámara.

 

—¿Cuál? —pregunté mientras salíamos del recinto de ARENA cuyo acceso estaba restringido, aunque gracias a nuestra buena suerte habíamos encontrado una puerta verde abierta, situada en el exterior de la parte de atrás del pabellón, por la que entramos, consiguiendo fotografiar los restos de un suceso que había dejado sin respiración a Madrid.

 

—Ésta.

 

Me enseñó su cámara en la que se veía la siguiente imagen: «PASAJE DEL TERROR, CONCURSO».

 

PASAJE DEL TERROR: CONCURSO/TÚNEL EN EL QUE SE PROVOCÓ LA AVALANCHA DE MADRID

 

La flecha señala la entrada del túnel donde se produjo la avalancha que dejó tres muertos en Madrid.

 

Me estremecí sólo de verla. Eran las 19:00h de la tarde –13 horas despúes de los acontecimientos que dejaron sin vida a tres adolescentes–. Pachi volvió a pasar las imágenes del visor de su cámara enseñándome los alrededores de la entrada del túnel.

 

 

Acceso a la única entrada del subterráneo en el que ocurrió el suceso (fotografía sacada desde el exterior de la puerta del cristal del recinto ARENA, Casa del Campo, publicada en ABC.es).

 

Salimos del interior del recinto ARENA y volvimos al coche comentando las fotos que habíamos sacado.

 

–¿Qué eran las casetas que estaban fuera del pabellón? —le pregunté mientras conducía mirando las imágenes de mi cámara.

 

—Parece ser que vendían bebidas, me respondió.

 

 

 

Interior de las casetas, puntos de venta de bebida.


  

 

Caseta sitúada en el exterior del pabellón ARENA.

 

Las fotografías planteaban una gran cantidad de dudas. La primera de todas era la suscitada por la imagen en la que se veía concurso del Pasaje del Terror –subterráneo donde se produjo la avalancha–. ¿Cómo que se había hecho un concurso en el túnel? ¿Por qué no había salido en los medios nada referente al concurso? ¿En qué consistía dicho concurso?

 

En el vídeo publicado por 20Minutos.es uno de los asistentes de la fiesta declaró: «Había una especie Pasaje del Terror y la gente quería pasar para allá», pero no se aclara ni se menciona el concurso que Pachi había conseguido fotografiar.

 

Otro apunte que no acababa de cuadrar era que Miguel Ángel Flores, dueño de la empresa Diviertt, organizadora de la fiesta de Halloween en el Madrid Arena, fue también propietario de FSM Group que reabrió la discoteca ‘Alcalá 20’, con el nombre de ‘Adraba’, tras el incendio de 1983 donde murieron 82 personas en aquel local. Resultaba extraño que un veterano empresario en el mundo de la noche no hubiese previsto las catastróficas consecuencias de convocar un concurso en un túnel, habiendo más de 15.000 asistentes a la fiesta, 9.600 según declaraciones de Miguel Ángel Flores –datos ratificados por el vicealcalde de Madrid, Miguel Ángel Villanueva–.

 

¿Era legal congregar a tantos miles de personas en un estrecho pasillo subterráneo?, un pasillo que no presentaba ventanas, ni ventilación, ni salidas de emergencia (sólo una puerta que conectaba el pasadizo con el primer piso).

 

Por otro lado, si a mí y a Pachi nos resultó tan fácil entrar en la parte de atrás del recinto, ¿cuánta gente podría haberse colado durante la fiesta?

 

–¿Quién sería el homicida de la muerte de las adolescentes? –le pregunté a Pachi. Él había estudiado derecho.

 

–El art. 142 recoge el homicidio imprudente: “el que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años”. Por tanto, el primer imprudente sería la persona que disparó la bengala dentro del pasadizo, y provocó la avalancha.

 

—¿Se podría considerar homicida el organizador de la fiesta, Miguel Ángel Flores?

 

—Si se demuestra que vendió entradas de más sí, pero repito que el primero al que se le van a pedir responsabilidades por las víctimas va a ser al que tiró el petardo. Por otro lado, hay declaraciones publicadas en la prensa de asistentes que aseguran que se le vendió alcohol a menores, y que había camareros trabajando sin estar asegurados. En ese caso, Flores tendría que pagar multas a la Administración.

 

-¿Y qué me dices del Ayuntamiento de Madrid, propietario de ARENA? ¿Las familias de las víctimas podrían denunciarlo porque el pabellón no cumplía con las medidas de seguridad requeridas?

 

–El problema es que es el Ayuntamiento de Madrid el que tramita las denuncias. Sólo un tribunal podría reclamarle responsabilidades penales. Las familias tendrían que demandar al Ayuntamiento, un proceso que no resultaría sencillo.

 

El suceso tenía todos los ingredientes para dar mucho que hablar. Seguí mirando las fotos de mi cámara, retrocediendo en el tiempo, recordando cómo horas antes nos habíamos presentado en la entrada principal –antes de encontrar la inesperada puerta verde– del pabellón ARENA con la policía impidiendo el acceso y los compañeros de la Sexta diciéndonos que no había nada.

 

–Han venido dos chicos a recoger mochilas que habían dejado olvidadas. Los familiares de las víctimas están en el tanatorio o en el hospita. Hablaban como si fueran un par de médicos que hacían guardia en un hospital de urgencias, esperando a que algo o alguien apareciera en la escena. Estaban de pie, apoyando sus codos en el trípode de las cámaras, enfocando con su objetivo a un escenario donde se respiraba el olor de una tragedia que todos habíamos vivido a través de la pantalla de nuestros ordenadores, de nuestros teléfonos. Una tragedia que cobraba vida en la red y su estela se estampaba en el lugar del suceso.

 

Apagué la cámara y le pedí permiso a Pachi para publicar esta información, con sus fotos y nombre, en mi blog.

 

–Dime un titular para el post, le pregunté.

 

–Yo le llamaría como la imagen de la primera fotografía: «Concurso, Pasaje del Terror».

 

Estremecedor, igual que el suceso.

 

Miré el móvil, tenía varias llamadas perdidas de mi madre. Eran las 21:00h de la noche cuando llegué a casa, cansada y afónica.

 

-¿Iara, estás bien? Llevo todo el día preocupada por la noticia de las niñas que murieron en la avalancha de Madrid.

 

–Estoy bien, mamá.

 

Me di cuenta de que podría ser yo, o cualquiera de mis amigas, las que estuviéramos dentro de esa avalancha. Me di cuenta de que miles de hijas habrían recibido las llamadas de sus madres, preocupadas por lo ocurrido, sin poder despegar el párpado del televisor. Al fin y al cabo, todos nos sentíamos identificados con este tipo de tragedias. Todos teníamos esa duda, ese interrogante que aparece en la voz de nuestra conciencia y que nos dice: «Podría ser yo el que estuviera ahí».

 

Le dedico este post a todas las hijas y las madres de Madrid, a todos los afectados.

 


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