Paul Collins y yo somos amigos, pero de esos de Facebook. En realidad, sólo nos conocemos de vista (y ni siquiera así creo que me conozca él a mí).
Hace unos días apareció un anuncio con las fechas de sus conciertos. El tipo no para; ha tocado todos los días de septiembre hasta el 21 y ha vuelto a la carga, sin parar otra vez, desde el 2 hasta el 20 de octubre. Pero sólo en USA.
Sin embargo, hubo un tiempo en que su relación con España era tan estrecha que se vino a vivir aquí.
Si tuviera que calificar aquellos años diría que fueron, principalmente, divertidos. Por otro lado, era lo que tocaba. Yo tenía dieciocho años y había montado mi primer grupo de música. Ensayábamos en la Isla de Gaby donde conocimos a otros músicos… Hace poco escribí una entrada pidiendo que nos olvidásemos de la Movida para poder salvarla, pero ya veis; es un tema recurrente y a los que la hemos vivido nos cuesta sacudirnos su manto protector.
El caso es que fue por aquellos años cuando Paul Collins se dejó caer por Madrid y ya no pudo salir. Su primer disco, The beat, no había vendido mucho en su país, pero fue un acontecimiento en España, así que supongo que el ambiente que se respiraba por aquí y saber que eras el ídolo de muchas de esas personas que abarrotaban calles y locales de la capital, fueron factores determinantes para decidir quedarse.
No era raro verle por locales de Malasaña. Llegó a producir discos de algunos grupos españoles y a montar banda con músicos de aquí. Sus dos primeras esposas eran españolas y lo último que supe de él es que montó una coctelería en el número 5 de la calle Moratín llamada Manhattan Martini Bar, donde él mismo explicaba a los clientes cómo se preparaban los combinados.
Hace unos años, por motivos laborales, coincidí con una gran aficionada a la música bastante más joven que yo. Le hablé de Paul Collins y los dos nos sorprendimos; ella porque no lo conocía y yo porque no sabía que hubiese alguien que no lo conociese. Ahora es uno de sus músicos favoritos.
Pero nada es para siempre y todo tiene un final. Aunque de vez en cuando vuelve, casi siempre por motivos profesionales, Paul Collins dejó Madrid y volvió a su Nueva York natal. No ha llegado a ser una superestrella, aunque recibió buenas críticas en 2007 con su disco Flying High, que recuerda a aquel power pop enérgico que conquistó a tantos jóvenes aquellos remotos años en los que Madrid era una ciudad divertida. Pero de esto ya hablaremos otro día…
@Estivigon