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Mientras tantoConócete a ti mismo

Conócete a ti mismo


 

Este aforismo griego bien podría ser el pilar sobre el que diseñemos nuestro método de entrenamiento. Ya lo mencioné en la anterior entrega, pero por una cuestión de espacio lo iré desarrollando más detenidamente. Conocerse a sí mismo es una especie de diagnóstico de todos los problemas que tenemos en materia ajedrecística.

 

Para saber quiénes somos en ajedrez debemos partir de criterios objetivos. Podríamos utilizar la variación de nuestro ELO y, lo que es más importante, el análisis estadístico de nuestras partidas, bien sea de toda la vida o de los últimos dos años, por ejemplo. Este análisis es engorroso, pero los resultados son sorprendentes a corto plazo. Debe estar orientado a una serie de criterios como pueden ser los resultados: victorias, tablas y derrotas con blancas y con negras; haciendo especial hincapié en las derrotas y las causas que la provocaron, así como un análisis porcentual de las aperturas utilizadas.

 

De igual modo, definir en qué fases de la partida se ha decidido el resultado (apertura, medio juego o final) y qué tipos de finales se han producido con mayor regularidad (finales de peones, torre, dama o con piezas menores). También es importante valorar las cuestiones estratégicas en las que nos hemos desenvuelto con mayor o menor éxito: enroques contrarios, juego abierto, peones aislados, parejas de alfiles, entre otros y, por supuesto, los errores o aciertos tácticos. Los problemas que surjan con el reloj como son los apuros de tiempo, también deben ser considerados.

 

En la mayoría de los casos no es tarea fácil definir estas cuestiones. Los programas de ajedrez son un buen aliado para analizar las partidas, pero estos solo señalarán las variaciones de aperturas y los errores en una determinada posición, brindando al usuario una valoración numérica de quién tiene ventaja. Todo ello indica que el mayor trabajo debe ser realizado por el propio sujeto y me temo que en muchas ocasiones deberá auxiliarse de un experto o entrenador para identificar adecuadamente sus mayores problemas.

 

Este tipo de análisis, extrapolado al ajedrez, es lo que los pedagogos llaman estudio de necesidades de aprendizaje y es lo que determina el éxito de un curso o de un plan de adiestramiento. Depende de la profundidad y seriedad con que se haga para que sea efectivo o no todo el plan. Una vez determinada las principales carencias, se podrán diseñar los procedimientos para superarlas y que esto se muestre reflejado en la verdadera fuerza de juego.

 

 

Jorge Castellanos

 


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