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Consejos para el ligoteo (y III)

Venga, al tema, que ya sois unos cuantos los que me habéis pedido que entre en materia y me deje de preliminares: vamos a hablar de lo que hay que evitar una vez se llega a la cama. Hemos visto los cuidados de la estética y lo que se ha de evitar en el primer encuentro  y abordaremos en este post los errores a evitar una vez se va a consumar el acto.

– Me da igual si es un polvo rápido o no, no olvides quitarte los calcetines. No hay cosa más patética que un señor desnudo, con el pene erecto, o no, y calcetines. Ídem para ellas, aunque quizás estén menos ridículas. Así que por favor, calcetines fuera. A mi me pasó una vez, además era una situación de lo más morbosa, pero el detalle de los calcetines…

– Procura no hablar de tus anteriores proezas y encuentros sexuales con otros/as  así como animales. Esto es válido tanto para ellos como para ellas. Tampoco gusta.

– No todo es mete-saca en la cama: casi hemos reducido el sexo a la relación vagina-falo y hay mucho más por explorar. Así que no tengas prisa. Además, cuanto más se desea algo, más se disfruta después.

– A algunos/as les pone hablar en la cama (no digo hablar del tiempo ni de si la lavadora se ha estropeado), me refiero a comentarios picantones, palabrotas y demás… Esto va en gustos, no hay como probar para saber. Lo mismo para los ruiditos: a mi particularmente me gusta mucho oír la respiración de mi acompañante y sus gemidos. Si no escucho nada me da la sensación de estar haciéndomelo con un cadáver. Pero esto también es como los colores.

Pide por esa boquita (también válido para los el hombre y la mujer). Pero todo con cabeza: si lo que te va es que te ahoguen cuando te corres no se lo vas a decir a las primeras de cambio (no hay confianza suficiente, quizás se asuste). Pero por favor, no tengamos miedos  a expresar nuestros deseos.

– No mires el móvil ni el reloj en cuanto acabes de… Esto también es de mal gusto, al fin y al cabo ni estás en el trabajo ni en la consulta del médico.

– Consejo de una amiga, y cito textualmente: “Si has empezado la faena, remata: nunca digas “Es que me gustas de verdad y no te quiero echar un mal polvo”. Pues ya sabéis… Por otro lado, las chicas somos bastante más tolerantes con los “malos polvos” de lo que podáis pensar (claro que si éstos son lo habitual saldremos por patas a buscar otra cosa).

– El culo también existe, y no lo digo por el de las chicas. Lo de que los hombres no se dejen tocar el ano está muy extendido, daría para escribir un ensayo: no acierto a saber si es por algún pensamiento raro que tenga que ver con la homosexualidad, no vaya a ser que si me lo toca me guste y eso quiera decir que soy gay. En fin, que vais a disfrutar mucho más: el culete es un territorio por explorar, es donde anida el Punto P, así que no os tenséis si ella os acerca el dedo, ¿vale?

– Imaginación al poder: no hay nada peor que alguien se atreva a comentar “me gustaría hacerlo en el ascensor, en la cocina o en un parque” y que el otro ponga cara de póker. Venga, un poco más de brío.

– Sobre sexo hay mucho escrito y cada persona es un mundo, pero no es cierto que por ser mujeres nos tenga que gustar más hacer el amor que follar. Los dos están igual de bien. En una ocasión entrevisté a una actriz porno que reconocía tener comportamientos muy masculinos en la cama, es decir, le gustaba mucho lo de “arrodíllate aquí que te meto la polla en la boca”. En ocasiones muchas féminas critican esta imagen de la mujer, muy propia de las pelis porno, como sujeto pasivo que se limita a recibir. Yo abogo por un intercambio de roles: un ratito más activo, un ratito más pasivo, ahora me coges tú del pelo, ahora te arrincono yo en la pared… Todo es válido en el sexo si los dos (o los que sean) están de acuerdo. Toma ya final almibarado.

Si queréis añadir algo, por favor, hablad (en este caso, escribid).

 

 

 

 

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