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Brújula‘Contarlo para no olvidar’ en el Teatro del Barrio. Cuando la verdad...

‘Contarlo para no olvidar’ en el Teatro del Barrio. Cuando la verdad del mundo acaba en un rincón

En un cuarto espartano de un hotel tailandés las periodistas de guerra Maruja Torres y Mónica G. Prieto hablan durante más de siete horas de periodismo, de la vida y de la muerte, de la guerra y de la libertad, de la hipocresía del poder y del desencanto tardío, y de la valentía silenciosa e inconsciente y de la compasión ajena. El actor y director Miguel Rellán, después de haber leído durante un viaje en metro el librito editado por 5W que sintetiza aquella conversación, decide adaptarlo a la escena a partir de las largas horas de grabación testimonio de ese día. Las actrices Amparo Pamplona e Isabel Serrano interpretan respectivamente a Prieto y Torres con hábil pasión y concitada determinación.

Si no fuera por la intimidad silenciosa del espacio, las maletas pesadas y los bolsos en el suelo, podría recordar uno de esos bares de mala muerte de Ciudad de México donde Chavela Vargas gritaba del dolor por un amor acabado o de la erótica complicidad entre leales amigas. El escenario minimalista, tanto en el mobiliario como en la iluminación, acompaña el clímax ascendente de las protestas políticas, las revanchas ideológicas y las dudas de las dos protagonistas, hasta llegar al tono casi elegiaco de las líneas finales.

Prieto y Torres cuestionan con implacable firmeza el papel del periodista, del lector, de las redacciones –y de los redactores jefes– y de la búsqueda constante de la verdad, aunque se encuentre detrás de las líneas del frente y del ruido ensordecedor de las balas, sobre todo si está en un rincón obscuro donde se esconden una mujer y sus niños esperando la muerte. El reporterismo en áreas de guerra y conflicto en Irak, Palestina, zonas de África e Irán se convierte por lo tanto en un testimonio valioso del oficio de la escritura que no aspira a ser leída por aquellos lectores distraídos, sino a encarnar la voz de las víctimas.

Dos periodismos veremos personificados en la escena: uno posfranquista obligado a enfrentarse “ante una sociedad que se sacudía la naftalina de la dictadura”, escribe Torres (M. Prieto y M. Torres, Contarlo para no olvidar, Colectivo 5W, 2017, p. 15), y la crítica al periodismo berlusconiano que sigue avanzando inclemente. El periodismo-espectáculo que Berlusconi inauguró en Italia y que pronto se expandió en la vecina península, hizo primero estragos en la empresa nacional de la RAI con el despido de los dos periodistas Enzo Biagi y Michele Santoro, y del cómico satírico Daniele Luttazzi en 2002. Cuando Biagi –que había sido una cara distinguida de la versión más prestigiosa del periodismo italiano– empezaba a despedirse del público a través de una carta emotivamente sobria, con educada rigurosidad apelaba a la libertad de la prensa dirigiéndose directamente al entonces presidente de gobierno.

“Estoy aún convencido que en nuestra República haya espacio para la libertad de prensa, y que haya incluso en esta empresa [la RAI] quien querrá hacer escuchar todas las opiniones. Porque esto, señor presidente, es el principio de la democracia, está escrito –eche un vistazo– en la Constitución. […] Señor presidente Berlusconi no le compete a usted despedirme. Pienso que alguien me acusará de uso personal de mi programa, que del resto hago desde hace años, pero en este caso para contar una historia que va más allá de mi irrelevante persona, y que tiene que ver con un problema fundamental, el de la libertad de expresión”.

La prevaricación del poder, el machismo insistente, la función ética y no sólo puramente estética del narrar historias, son algunas de las temáticas a las cuales Isabel Serrano y Amparo Pamplona dan voz y cuerpo. ¿Qué queda al final del día? ¿Más allá del olor a sangre y humo? Pues los espectadores tendrán que ver el final de la obra para saberlo.

Alfonso Armada ofrece su respuesta en un abierto y sincero diálogo con Gonzalo Sánchez-Terán: “Muchos amigos se extrañan de que a pesar de haber viajado una y otra vez a África en pos de crías de mirlos engullidas por serpientes, que son las historias que suelen gustar a los periódicos, sintiera una atracción irresistible. Acaso porque allí se contempla como en ninguna parte lo que Marisa Madieri ve: ‘Amor, muerte, dolor, nacimiento, metamorfosis, todo estaba atado en un nudo indisoluble’. Con nuestras cartas paralelas tal vez estemos barajando la noche y la luz del mundo”. (A. Armada y G. Sánchez-Terán, El silencio de Dios y otras metáforas, Editorial Trotta, 2008, p. 28).

Dónde: Teatro del Barrio, Madrid

Cuándo: Hasta el 24 de octubre

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