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Contra tanta oscuridad. A los padres que hemos dejado irse con tanto silencio

No es fácil acostarse y levantarse con Bob Dylan
Resoplando en el mismo sofá quejumbroso de Greenwich Village
Donde deseaste por primera y violenta vez
Que fuera como Walt Whitman
Lo que tenemos que coger porque es lo que hay
Y qué gran oportunidad de leer la piedra de moler del mundo
Rodando sin protección de llanta o de metal
Por los adoquines de Manhattan
Que ningún abuelo mío
Llevó en un carguero
Desde el muelle durísimo de Vigo en el que tantos emigrantes se perdieron
Hasta las grúas de Nueva York
Que yo tendría la suerte de ver
Pero no como un polizón
Pero no como un náufrago
Pero no como un exiliado
Pero no como un emigrante
Tantos años después
Con Henry Roth y su mirada de niño de Galitzia
Para sangrar todos los significados
Y claro Franz Kafka que nunca llegó
Aunque llegó mucho más que nosotros
Gracias al Fogonero y al Desaparecido
Al Gran Circo de Oklahoma
Y a todo lo que imaginó casi sin moverse
De su Praga natal
De los aeroplanos de Brescia
De Berlín
De Viena
De un sanatorio para tuberculosos
Hasta este día de tanta lluvia en Vigo
Que pudo anegar
Las tumbas de mi abuelo y de mi padre
Y la futura de mi memoria

Hace muchas semanas que guardo silencio aquí
Porque sigue habiendo mucho ruido ahí fuera
Y en mi cabeza no me aclaro
Sobre lo que debemos hacer
Aunque sí sé que callar es una opción
Leer lo que otros tienen que decir
Y que muchos han dicho con mucha elocuencia aquí
Yo he preferido escuchar
Y esperar a llegar
A la lámina móvil del mar
Para ver
Si entre aguaceros
Peces que escriben con tinta invisible
En la gran tina misteriosa
Con las grúas
Las expectativas
Lo que a duras penas logramos ser
Lo que esperamos de nuestra estancia aquí
Lo que podemos acopiar
Salgan algunas palabras
Como estelas
En un mar que no sea el de los Sargazos
Donde tanta calma chicha
No nos deja hablar

Mi amigo Pablo de Llano
Publicó
El 28 de junio de 2020
En el periódico en el que soñé escribir cuando estudiaba periodismo y no había perdido la fe
Una larga crónica a la manera latinoamericana
Donde tanto y tan bien aprendió
Así perdimos a la generación que cambió España
Con fotos tan íntimas y tan reveladores y tan tristes y tan verdaderas
De Samuel Sánchez
Que yo he leído
Como se lee por ejemplo Gran Sol
Como se debe leer
Para que las palabras
Como ahora Bob Dylan y su Murder most foul
Nos remuevan como remueve
Un palo
En la arena virgen por la lluvia
En la arena virgen por la lluvia
En la arena virgen por la lluvia

Empieza Pablo refiriéndose
“A los que sufrieron la guerra;
Los que pasaron hambre durante la tísica posguerra;
Los que atravesaron la larga noche de piedra del franquismo…”
Y ahí entra como un trolebús de lluvia
Desde las calles de Celanova a las de Pontevedra
Celso Emilio Ferreiro
Que todos los que leemos en esta esquina del noroeste batido por el viento hemos leído
“Los que vivían jubilados en sus casas;
Los que vivían jubilados en residencias;
A los miles miles miles miles [cuatro veces la palabra miles, Leila] de mayores que se tragó la bola de nieve del coronavirus.
Descansen en paz”.

¿En paz descansen?
¿En paz descansan?

Dice Jorge Santonja:
“Cuando solicito una videollamada, me comunican que ya no es posible porque han sedado a mi madre. Han pasado 26 horas para que me digan esto”.

Última anotación, 30 de marzo:
“13.00. Me comunican que mi madre ha fallecido en la más estricta soledad”.

“El miércoles por la mañana, Marisol recibió una llamada.
—Sintiéndolo mucho, a lo largo del día su padre fallecerá.
Alfonso murió a las 19.30.
Al día siguiente, Marisol recibió otra llamada.
—El médico estaba llorando. Me pidió perdón porque no les había dado tiempo ni a avisarnos para que pudiéramos haber ido a despedirnos de ama.
Mártires murió a las 10.10.
‘Es muy duro decirlo, pero yo lo prefiero así. Mi ama no podría vivir sin mi aita’, dice su hija. Aita es padre en euskera.
Mártires Carrasco y Alfonso Alaiz se casaron en 1965 y estuvieron juntos hasta que murieron, 55 años después, con 14 horas y 40 minutos de diferencia”.

“Serapia Ugalde Úriz tenía 106 años, 7 meses y una particular fórmula para la longevidad: ‘No casarse, no tener hijos y sufrir mucho’.
(…)
“Serapia dio positivo por covid-19 el domingo 5 de abril. Expiró 10 días después por la noche. Su sobrino fue por la tarde a despedirla. Se sentó en su cama. Ella no estaba consciente. Apenas respiraba. Jesús solo le acarició los pies”.

“El director de la residencia a la que llegó, Javier Gómez, le preguntó al hospital si estaban seguros de que Benita no estaba infectada.
(…)
“dice que las únicas indicaciones que recibieron del sistema sanitario fueron que tuvieran a los mayores ‘con paracetamol, quietos y aislados’. ‘Nos quedamos solos’, lamenta”.

Con paracetamol
Quietos
Y aislados.

“Jesús trabajó duro desde niño hasta que se jubiló, pero nada le resultó nunca tan crudo como los últimos días de vida de su mujer. El sábado 28 de marzo, las enfermeras del hospital, sabiendo que Isabel se moría, le llevaron la bandeja al cuarto de ella para que cenasen juntos. Pasaron una hora uno al lado del otro, él en una silla y ella encamada en silencio. A veces Jesús intentaba hacerle un cariño. Ella lo rechazaba. ‘No me toques, no me toques’, le decía por miedo a infectarlo. ‘Yo nací en la miseria, pero esto ha sido lo peor que me ha pasado en la vida’, afirma Jesús. Dos días más tarde, moría Isabel Lorenzo Luis a los 71 años”.

“En su último mes de vida, Antonio solo pudo ver a su madre en un par de videollamadas. (…) ‘Se murió del virus y de no poder vernos’.
(…)
—¿Qué aficiones tenía?
—No sé –mira David a su padre–. Yo creo que no tenía ninguna afición.
—Bailar le gustaba –dice Antonio–, pero mi padre no la llevaba”.

“Me duele que les hayamos fallado tanto. Hemos tirado de ellos siempre para todo y ahora les hemos dejado ir como si esto fuese una cosa de selección natural”.

Son palabras de Isabel, que perdió a su madre, Laura Caballero, que había nacido en Madrid en 1932 y que la tuvo a ella en Inglaterra cuando se quedó embarazada de un irlandés llamado Ernest O’Connor, 23 años mayor que ella. Laura se negó a abortar y tuvo una niña llamada May Elizabeth o María Isabel, que es quien le cuenta

A mi amigo Pablo de Llano
En Meco
La historia de su madre
Que tenía
“una mentalidad libertaria
No muy frecuente entre las mujeres de su generación”.

Vuelvo a poner el último vinilo de Dylan
Mientras la noche
Que se ha comido la ría, la luz, el sentido del mundo
Parece apoderarse
De todos los resortes que tenemos
Para enfrentarnos a la desdicha
Y vuelve a llover mansamente
Con paracetamol
Quietos
Aislados
Los que nos han hecho
Mi madre
Que está ahí al lado
Con Montalbano
Viva y coleando
Gracias a Dios
En quien tanto cree
En quien tanto confía
Pletórica a sus 89 años
Las que nos han hecho así
Honrados
Humildes
Agradecidos por encima de todas las cosas
“Hay que compartir
Hay que perdonar”
Las que hicieron este país
Padres que no han tenido
El reconocimiento debido
Que además de nuestros padres
Tenían vida propia
Todo el derecho del mundo
Aunque a nosotros
Hijos de la autenticidad
Tan egoístas
Nos costara tanto reconocerlo
Nos haya costado tanto
Verles en toda su humanidad
Con sus deseos, miedos, frustraciones
La complejidad de sus vidas
Y de sus corazones
Y ahora
Hemos dejado ir
En silencio
Miserablemente.

Esta noche de lluvia
Pequeño homenaje silencioso del mar
Palabras como manojos de salvia
Va por ellos
Contra tanta oscuridad.

 

 

Así perdimos a la generación que cambió España.

Y en Tres en la carretera, gracias a Isabel Ruiz Lara.

 

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