«ANIDAR: Arquitectura y Niñez», sección que dirijo en la revista de arquitectura Arqa (Argentina), visibiliza y propone proyectos del campo acotado por la infancia, la arquitectura y la educación.
Conversaciones ANIDAR invita cada lunes a algunos de los mejores especialistas del mundo en este campo (invitados 2020, invitados 2021, invitados 2022). La conversación como juego de construcción de mundos habitables. La infancia, mirada que nos interroga sin margen de error.
«Conversación ANIDAR con Paul Bromberg (Colombia). Clima escolar y calidad educativa» el 1 de agosto de 2022 en ARQA.
Físico, MA en Historia y filosofía de la ciencia y estudios de maestría en ciencia política. Profesor de física y luego de Gobierno Urbano en la Universidad Nacional de Colombia, en la que fundó el Instituto de Estudios Urbanos. Dirigió Cultura Ciudadana en Bogotá entre 1995 y 1997, los últimos 9 meses como alcalde. Hoy pensionado, escribe sobre cultura ciudadana, educación y gobierno de municipios urbanos.
Paul, físico y politólogo, conoce bien el funcionamiento de una gran ciudad como Bogotá, con millones de ciudadanos provenientes de todos los rincones de Colombia, millones de horizontes personales y familiares que dibujan nuestra sociedad. La educación de los hijos es una de las exigencias que las sociedades contemporáneas reclaman a su Estado, entendiendo el Estado como un conjunto de relaciones consensuadas para regir la convivencia pacífica. Parte de la sociedad colombiana se siente defraudada por el ejercicio de su Estado, ha pedido la confianza en los instrumentos que construyen y aseguran «lo público», lo que es común y vela por todos con voluntad inclusiva. También ha perdido bastante la confianza en la educación pública.
Los datos indican que la educación pública para la infancia y adolescencia colombiana suele ser de calidad igual o superior a la gran mayoría de la educación privada. Sin embargo, casi todas las familias quieren llevar a sus hijos a las escuelas privadas, aunque muchas no se lo puedan permitir por los altos costos. La construcción simbólica hegemónica en sus mentes señala a la educación pública como «para pobres» y de mala calidad, con profesores poco profesionales en ambientes sociales dañinos para los pequeños. La educación privada emerge en sus ilusiones como el buen camino para el progreso económico y social de sus hijos. Colombia se manifiesta como una sociedad dividida entre «ricos» y «pobres», con estructuras casi inamovibles -el destello de una clase media emergente se debilita- donde el Estado contemporáneo no ha logrado una educación pública que cohesione e incluya en un proyecto colectivo, ni proporcione las habilidades y conocimientos a las nuevas generaciones para que progresen con todo su potencial individual y colectivo.
Paul reflexiona sobre el problema de la educación hoy, es decir, si tenemos claro para qué es la educación. Se habla mucho de «formar ciudadanos», ¿pero eso qué es? ¿qué es un ciudadano? ¿cómo se le da forma? Nos dicen que tenemos que formar personas empáticas, solidarias, que aprendan a aprender… son ambigüedades que desdibujan los objetivos reales de la educación. Paul aborda luego los aspectos del sistema educativo de Bogotá y las políticas de infraestructura pública que la capital ha desarrollado desde 1995, creando decenas de nuevos colegios públicos con gran cuidado en sus espacios, al considerar que la buena arquitectura ayuda a conseguir mejores logros cognitivos y mejor clima escolar. Paul coordinó varios estudios sobre la calidad del clima escolar en Bogotá, cuyos resultados desvelan las diferencias entre escuelas públicas y las privadas más caras, siendo algunas escuelas públicas lugares peligrosos para los estudiantes y los maestros. Los resultados de los estudios del clima escolar conducen a actuaciones espaciales para asegurar la vida de todos, además de ser diseños para mejorar la experiencia educativa.
Paul, cuya imagen aparecía y desaparecía en el filtro floral de su pantalla cual «Paul en el País de las Maravillas», recalcó que «tenemos que hacer lo que podamos con lo que tenemos», sin fantasías políticas y pedagógicas, a partir de datos empíricos y sólidos fundamentos educativos de los maestros y directivos. Una mala interpretación de la realidad de las familias bogotanas conducirá a malas decisiones políticas que perjudicará el presente y futuro de los pequeños, es decir, de Colombia. El clima escolar es una manifestación del clima de convivencia de los barrios. Los espacios ayudan a mejorarla, pero la clave está en la historia que todos sentimos vivir. Somos millones de historias individuales que deberíamos sentirnos partícipes de una historia colectiva con sentido y rumbo. Las escuelas son las puertas de la infancia a la sociedad; si fallan, el país carece de sentido.