Todo lo que se rompe, todo lo que se dobla, todo lo que desaparece, todo lo que ya no se puede tocar… me gustaría saber por qué nos duele de esa forma si solo era un préstamo, por qué nos causa ese miedo terrible si juramos no arrepentirnos de nada, si creemos haber hecho todo lo que se podía hacer…me gustaría saber por qué la muerte se identifica siempre con el cese, si no conozco nada que no renazca cada día en una forma diferente. Sí, damas y caballeros, sonrían aliviados porque todo se aprovecha, todo se transforma en este vertedero cósmico…
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El lago Vostok se encuentra a 3.748 metros bajo el hielo de la Antártida, en una zona en la que han llegado a registrarse -90º C. Descubierto en 1996, casualmente…bajo una base de investigación rusa, constituye una de las últimas y más inquietantes fronteras científicas que quedan por explorar. En 1.998 se realizó una primera perforación que se detuvo a tan solo 100m. del lago por temor a contaminarlo. Los datos obtenidos indicaban que la antigüedad del hielo era de 450.000 años, por lo que el lago podría llevar aislado del mundo exterior entre 500.000 y 1 millón de años. Existe, además, en una zona del lago una poderosa anomalía magnética que todavía no ha podido ser explicada, aunque las teorías más fascinantes apuntan a que esta actividad magnética podría ser causada por las ruinas metálicas de una enorme ciudad destruida hace milenios: la Atlántida. En diciembre de este mismo año la unidad 57 de Expedición Antártica Rusa volverá al lago Vostok para continuar sus investigaciones.
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Se conoce con el nombre de “Pororoca” y en guaraní significa gran estruendo. El estruendo aterrador del Amazonas fluyendo corriente arriba desde su desembocadura y arrasando todo lo que encuentra a su paso. El choque durante la pleamar entre el Atlántico y el Amazonas origina una ola de varios metros de altura que recorre el cauce del río contracorriente. La poderosa ola viaja río arriba hasta que su impulso desaparece y la calma se instala de nuevo en las aguas del Amazonas.
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En un breve lapso de tiempo escucho dos versiones distintas sobre el futuro de la tierra en caso de catástrofe nuclear. La primera afirma que solo sobrevivirían las cucarachas y Keith Richards, que ha sobrevivido a todo; la segunda, de la BBC, señala con flema inglesa que nos dejemos de chorradas de querer salvar la tierra. La tierra no necesita que la salven, en tan solo un millón de años la atmósfera volvería a reconstruirse, la vida compleja renacería, regresarían los océanos, los volcanes, el hielo, las corrientes marinas, quizá estaríamos en los albores de una nueva humanidad un poco menos torpe y más agradecida que ésta. No, no es la tierra por quien debemos preocuparnos…
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El director del instituto alemán Max Planck para la investigación cerebral, el doctor Wolf Singer, afirma que desde el punto de vista neurobiológico el ser humano carece de libre albedrío, ya que el cerebro es el encargado de tomar las decisiones en un mundo inconsciente, y sólo después éstas se traducen en una decisión consciente. Singer destaca que aquello que el ser humano experimenta como una decisión, no es otra cosa que la justificación posterior de cambios de estado que de cualquier forma sucederían, porque la información para tomar decisiones se basa en la experiencia propia. Para el científico los resultados no son tan deprimentes porque «lo que voy a hacer de ahora en adelante es la consecuencia de eso que soy yo».
¿Dispuestos a cumplir condena…?