“El teatro es para todos y tenemos la fe y la certeza de que esta pasión de vocación y oficio que nos envuelve es sanamente contagiosa”, una explicación sencilla y pasional de los que son las artes escénicas para el director argentino Claudio Tolcachir. Su obra La omisión de la familia Coleman ha cruzado fronteras y ha triunfado fuera de casa. No en vano lleva 10 años en cartel, pero “nos quedaba un desafío por probar, en nuestra ciudad, cerquita de casa. Un lugar muy querido por nosotros nos ha abierto sus puertas, el Paseo La Plaza”, explica Tolcachir en referencia al espacio que estos días acoge la obra: “Una comedia dramática, arrasadora por la fuerza de los conflictos y la solidez de las interpretaciones”, afirma el diario Página 12. Una familia viviendo al límite de la disolución, una disolución evidente pero secreta; conviviendo en una casa que los contiene y los encierra, construyendo espacios personales dentro de los espacios compartidos, cada vez más complejos de conciliar. Una convivencia imposible transitada desde el absurdo devenir de lo cotidiano, donde lo violento se instala como natural y lo patético se ignora por compartido. Personajes que no dejan de preguntarse: “¿Podría alguna vez no estar aquí?”, “¿Quién soy fuera de esta casa y de esta familia?” o “Todo lo que yo podría ser y hacer si yo no estuviera aquí”.