Home Mientras tanto Cosas mías XVIII – Circunloquia

Cosas mías XVIII – Circunloquia

(Se pueden leer los capítulos anteriores aquí y aquí.)

Julián entra en el salón y encuentra a su mujer tirada en el sofá. Tampoco le extraña tanto, pues Rosa lleva ahí más de un mes.

JULIÁN.- ¿Te vienes a la calle? Nos toca de ocho a once.

ROSA.- Punto uno: contigo no voy a ningún sitio. Punto dos: yo no pienso salir a la calle en lo que queda de vida. Punto tres: no.

JULIÁN.- ¿Y mañana por la mañana?

ROSA.- Punto uno: yo no pienso madrugar para ir a la calle. Punto dos: el día que vengan los extraterrestres a abducirnos en los parques, a mí no me van a encontrar. Punto tres: no.

JULIÁN.- Jaja, en los parques… ¡Si están cerrados!

ROSA.- Punto uno: los extraterrestres son como el coronavirus, muy listos. Punto dos: te pueden abducir en cualquier lugar. Punto tres: ¡catalegumbres!

JULIÁN.- Desde que nos dejan bajar a la calle no has salido ni un ratito…

ROSA.- Punto uno: no voy a salir nunca. Punto dos: la calle está llena de bandoleros… Punto tres: no.

JULIÁN.- ¿Bandoleros?

ROSA.- Punto uno: asómate a la ventana. Punto dos: cara de limón podrido. Punto tres: verás cómo van todos con la cara tapada.

JULIÁN.- ¿Y esos son bandoleros? No es obligatorio taparse la boca, y tampoco está demostrado que se coja menos el virus con la boca tapada, pero la gente…

ROSA.- Punto uno: pues algo tendrán que ocultar todos esos. Punto dos: me da igual. Punto tres: a mí me sacarán de esta casa en horizontal.

JULIÁN.- Qué exagerada eres. Y deja ya lo de enumerar tus respuestas que eres muy cansina… Muy cansina.

ROSA.- Vete tú a la calle y déjame en paz, que ya son las ocho y pico… ¡Cagarrucios! Supongo que ya son las ocho y pico porque un ratito, habéis dado palmas por las ventanas y balcones como las focas. Y aún no han tocado las cacerolas de las nueve… ¿Habéis descubierto ya para qué son las cacerolas?

JULIÁN.- No, he preguntado y nadie lo sabe.

ROSA.- Serán para espantar al virus; al ver a gente tan desquiciada, quizá el virus salga corriendo.

JULIÁN.- No me siento bien bajando y dejándote aquí sola…

ROSA.- No te preocupes, que sola estoy mejor que contigo… Que no te dé ninguna pena… Que tampoco te voy a echar de menos. Como si te quieres ir a casa de tu amante y no volver.

JULIÁN.- No tengo amante. Esa es la pena…

ROSA.- No me extraña que no tengas…

JULIÁN.- No, si no me da pena dejarte sola… Es que eres capaz de ponerte a enredar y cualquiera sabe lo que puedo encontrarme cuando suba. Nos vamos a turnar Luis y yo, para no dejarte sola.

ROSA.- ¿No os fiáis de mí?

JULIÁN.- La verdad es que no…

ROSA.- Hacéis bien…

JULIÁN.- Bueno, pues voy bajando.

ROSA.- Espérate que te voy a contar lo que he soñado en la siesta.

JULIÁN.- ¿Cuando roncas también sueñas? Porque menudos ronquidos… Seguro que se oían desde el bajo…

ROSA.- ¡Cagagurrumios!

JULIÁN.- ¡Zurcepantanos!

ROSA.- ¡Luis! ¡Ven! ¡Que os voy a contar lo que he soñado!

LUIS (entrando en el salón).- ¿Qué pasa? ¿Ya estáis discutiendo?

ROSA.- Nosotros no discutimos nunca. Solo nos decimos verdades. Verdades como puños.

puño

JULIÁN.-Verdades como truños.

ROSA.- Ay, Julián, qué ordinario eres.

JULIÁN- Era un chiste que hacía con mis amigos…

ROSA.- Sí cuando tenías diecisiete años…

JULIÁN.- Si aún estoy hecho un chaval…

ROSA.- Bueno, pero de todas formas eso tiene mucho que ver con lo que he soñado… Os quiero contar lo que he soñado ahora, porque lo tengo fresco…

LUIS.- A ver…

ROSA.- Bueno, pues verás, pues resulta que yo seguía siendo Ministra de Gallinejas, Entresijos y otras Mamandurrias, y me daba por ir al Congreso, porque me dije «bueno, pues algún día habrá que fingir que trabajo». Y entonces en el Congreso me enteré de que había una mujer que no sé cómo se llamaba que era la presidenta de Circunloquia, y como en Circunloquia los niños y niñas que disfrutaban de beca de comedor en el cole, tenían que comer en casa de sus padres en época de pandemia alta, con el correspondiente gasto para sus padres (y el correspondiente disgusto de los padres de tener que aguantar a niños todo el día molestando)…

JULIÁN.- ¿Y eso por qué es un disgusto? No molestan tanto…

ROSA.- ¿No? ¿Tú te acuerdas de Luis cuando era pequeño?

JULIÁN.- Bueno, sí es verdad, sí molestan un poco…

LUIS.- Vaya, me ha tocado a mí…

ROSA.- ¡Bueno, callaos ya! ¡Si yo digo que era un disgusto tener a los niños en casa, pues era un disgusto, porque al fin y al cabo es mi sueño!… Pues entonces resulta que la presidenta de Circunloquia había contratado a una empresa de mierda para que les diera mierda de comer a los niños y niñas de esas familias. Con empresa de mierda no me refiero a que fuera una empresa mala, sino que se dedicaba a la mierda.

JULIÁN.- Qué sueños más finos y elegantes tienes…

ROSA.- Mira quién habla, el de «verdades como truños». En fin, que la presidenta de Circunloquia daba un discurso en que defendía la mierda y todos sus derivados como alimento para los niños. Decía algo así como: «Dicen que si yo le daría esta comida a mis hijos, hombre, yo creo que a un niño, que le den una mierda, no creo que sea un problema. No es un problema, creo, que los niños que están en su casa confinados y jartos de estar ahí, tengan que aguantar los menús que les podrían poner sus señorías de ese otro partido, que a lo mejor son los menús de Libertonia, que es nada. Para ustedes será basura, para esos padres no era basura, y cada vez que ustedes hablan de esa manera, insisto, no me ofenden a mí, les ofenden a ellos. Mierdecillas mediterráneas, cacas de pollo con una bebida de pis, cagarrutas de pollo infantil con excrementos otro día, otro día la mierda, que a ustedes seguramente no les guste y no se la hayan comido en la vida pero a las personas… con cocapís, con cocapís, sí… pero bueno, a los ciudadanos también, de vez en cuando, y a los niños, a algunos, yo juraría que al cien por cien de los niños les encanta, y si es temporalmente y es de una manera excepcional como les digo, pues a lo mejor también. Les apuesto lo que quieran a que el niño primero se comía la mierda y ya contra su voluntad las mierdecillas. Algunos días truños -que no creo que a ningún padre le pareciera mal, porque yo juraría que todos los padres durante estas duras semanas de confinamiento, alguna mierda y alguna, algún truño, seguramente le han dado a sus hijos- pues también lo llevaba este menú.»

JULIÁN.- Que esto supera lo de «verdades como truños», de eso no hay duda. Pero, vamos, es delirante, ¿os imagináis vivir en Circunloquia, una ciudad en que los políticos son capaces de dar mierda para comer a los niños y encima defender la idea en el congreso?

LUIS.- Es inverosímil.

JULIÁN.- Esa es la palabra inverosímil. Tienes unos sueños bastante inverosímiles. No me gustaría a mí vivir en Circunloquia.

LUIS.- Es tan inverosímil, que si lo pones en un guión de una película, te lo tachan por inverosímil.

ROSA.- Silencio, que no he acabado. Que es que como mi Ministerio de Gallinejas, Entresijos y otras Mamandurrias llevaba mucho tiempo sin dar una respuesta al sector, pues levanté la mano y pronuncié unas palabras, que no por pocas, estaban exentas de contenido…

JULIÁN.- ¿Tú pronunciando pocas palabras?

LUIS.- Qué raro…

JULIÁN.- Claro, eso era en sueños, porque lo que es la vida real…

LUIS.- En la vida real no se calla…

JULIÁN.- Esa es una verdad como un truño, hijo…

Pausa. Rosa no dice nada. Luis y Julián la miran impacientes. 

LUIS.- ¿Qué palabras fueron, mamá?

JULIÁN.- Venga, habla de una vez, pesada, que quiero bajar cuando aún sea de día…

ROSA.- No sabéis distinguir una pausa dramática, ni apreciar el suspense del asunto…

LUIS.- Mamá, el suspense es cuando los lectores ya se lo saben y nosotros no.

ROSA.- ¿Que lectores? ¿Quién nos lee?

LUIS.- Nadie, era una suposición…

ROSA.- Anda, el universitario de las narices este, qué susto me ha dado… ¡Creí que había infiltraciones o algo! ¡O que nos habían puesto micrófonos en casa!

JULIÁN.- Que hables ya, Rosa…

ROSA.- «Estoy en ello.»

LUIS.- Pues venga…

ROSA.- «Estoy en ello.»

JULIÁN.- Pues si estás en ello, dilo ya, leches.

ROSA.- «Estoy en ello.»

JULIÁN.- Me cago en la leche, Rosa…

ROSA.- Pero si eso fue lo que dije, «estoy en ello».

JULIÁN.- ¡Pues vaya una mierda de discurso!

ROSA.- Es un discurso muy elocuente, payaso…

JULIÁN.- Ah, ¿sí? Pues ya me dirás…

ROSA.- Pues denota que estoy en ello, que estoy todo el día pensando en soluciones para salvar el sector de las gallinejas, entresijos y otras mamandurrias, que no hago más que darle vueltas, que me he reunido con miles y miles de productores y afectados para hablar de posibles soluciones, que he conseguido una pingüe suma de dinero para paliar los efectos de la pandemia sobre mi sector, y que en cualquier momento voy a sacar un listado de soluciones que se caga la perra.

LUIS.- ¿Qué se caga la perra?

ROSA.- Un montón de soluciones, hijo… ¿Habéis visto que todo lo que dan de sí tres palabras? «Estoy en ello.»

LUIS.- Ah, ¿»que se caga la perra» es como decir «que te cagas»? No lo había oído nunca. Lo voy a apuntar.

ROSA.- ¿Vas a hacer un diccionario con las expresiones de tu madre?  ¡Qué honor, hijo!

JULIÁN.- Venga ya, Luis, no le des palique, que te puede estar diciendo chorradas sobre el cagar hasta que nos den las uvas.

¿No ves que está en la fase anal, como los niños? Yo me voy a la calle.

ROSA.- Hala, Julián, vete a cagar… ¡Y ponte el traje de buzo, no salgas así a lo loco! ¡Ponte el traje de buzo, que para eso lo has subido del trastero!

JULIÁN.- ¡En pelotas voy a salir! ¡En pelotas!

ROSA.- ¡A cagar a la vía! ¡Circunloquio!

JULIÁN.- ¡Derramaladrillos!

ROSA.- ¡Defecagallinejas!

Continuará.

@nico_guau

Chupi Llorente y Santiago Antón han grabado este capítulo de Cosas mías; lo podéis escuchar aquí:

Salir de la versión móvil