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Cotxes


 

Miquel Iceta  tiene apellido de coche, (“el Isetta, para que yo te la meta”, le decía Steve Urkel a Laura Winslow al enseñárselo), y hasta se parece a él como para hacer una segunda parte de ‘Cars’ en Cataluña, pero en clave política. ‘Cotxes’ se llamaría, por supuesto, donde Chacón, a decir del protagonista, siempre tendría un papel destacado. Carme hace la goma que ya quisieran buenos ciclistas, como Rajoy, sin acabar nunca de descolgarse y saltando al caballo español o al catalán sin pisar el suelo según esté la pendiente como si fuera un jinete del Pony Express. El resurgir eterno de Chacón recuerda un poco a aquel de Los Pecos (el rubio es ella y el moreno su marido) pero sin éxitos precedentes, lo cual no es un regreso sino una noticia friqui, más bien como si resurgiera Hernández Mancha (que ni siquiera surgió), con una escenografía algo menos recargada que la de Camps en Telva, al que se le fue el atrezo y con él, aunque ya estuviera fuera de control, la carrera. A Carme han estado anunciándola toda la vida, como a Madina, esas jóvenes promesas a las que, sin embargo, siempre se miró con más miedo que esperanza. Hasta Peces-Barba dijo que él estaba con ella por “mujer, catalana y muy española”, que es un poco como lo de la paz en el mundo que piden las misses, sólo que en boca de un señor mayor y académico, con gafas y sin curvas. No se imagina a Miss Mundo en su premiación haciendo un discurso sobre política, aunque sí sollozando con su corona en lo alto igual que Rosa Díez, a quien Pablo Iglesias va a ganar hasta en el desfile en bañador, con ese pelazo enmarcando su mirada de Zoolander. A propósito del Supermodelo, a veces uno imagina aquella escena en la que él y sus amigos (Monedero, Errejón…) se rocían en la gasolinera desafiando al capitalismo en vez de a la estupidez. O a las dos al mismo tiempo. Iceta le tiende la mano a Chacón y ella debe de sentirse halagada, un poco como Marilyn Monroe bailando con Truman Capote en una fiesta, de la que podrían salir hasta confidencias. Pero más que a Marilyn a uno Carme le recuerda a Lina Lamont, aquella estrella del cine mudo de ‘Cantando bajo la lluvia’ que no pudo serlo en el sonoro por culpa de su voz chillona. Todavía se sienten los gritos, el tono desaforado restallando en las radios y televisiones cada día, quizá el timbre adecuado para una nueva película de animación.

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