Creatividad:un súper poder.
O un escape.
Lo que te quedaba porque los capitanes de los equipos de fútbol siempre te escogían al final (y a veces de arquero). Y porque la chica más bonita de la clase no te miraba.
Además por esos años te diste cuenta que eras chato (y medio idiota).
Un poder desde la necesidad. Tal vez el único recurso –lorna como eras– para darle la vuelta de tuerca al destino. Creatividad para pensar que una tajada del mundo también podría ser tuya.
Y de pronto ese chico, el gringo descamisado que se agarra a la chica con la que sueñas, te da una palmada en el hombro y te felicita. Qué bacanes tus dibujos oe. Qué vacilón lo que escribiste oe.
Si hasta parece que te envidia.
Tú: Cambio creatividad por chica.
Y cuánto te gusta encerrarte durante horas en ese agujero donde el tiempo sucede más de prisa. Ese universo que llega sólo si decides traerlo: dibujarlo o escribirlo. Ese mundo que aparece en el papel y te hace reirte a solas.
En ese cuarto de tu adolescencia, agachado sobre una mesa, en silencio.
Y obvio: estás perdido.
Ya no te gusta un solo mundo, quieres los dos.
Este texto estuvo inspirado por la lectura del libro El peligro de estar cuerda (Seix Barral, 2022) de la escritora española Rosa Montero. Un librazo recomendado desde las arenas de Italia por otra autora española: Sara Cordón.
