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Crónica de un año teatral bajo la sombra del COVID (IV) – ¿Qué pasa con los festivales?

(Aquí se pueden leer las anteriores entregas.)


Corral de Comedias del Festival de Almagro 2020, en que se puede
ver la separación de las sillas – Foto de Pablo Lorente 

El mes de abril arrancó con la noticia de la cancelación del Festival de Edimburgo, que se suele celebrar en agosto (y que aparte de la programación oficial, incluye también el Fringe), y unos días después, la del Festival de Aviñón, que se celebra en julio; ambos festivales mueven muchísimo dinero, indudablemente mucho más que los festivales de verano de España. Algunos de nuestros festivales de verano no querían anunciar ningún cierre hasta ver cómo se iban desarrollando los acontecimientos, y tardaron un tiempo en anunciar su cancelación, pero al final lo hicieron; por ejemplo, cancelaron el Festival de Clásicos en Alcalá (Alcalá de Henares), el Festival de Teatro Clásico de Chinchilla (Albacete), el Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla (Huelva), el Festival de Teatro Clásico de Alcántara (Cáceres), o el Festival de Teatro Clásico en la Villa del Caballero (en Olmedo, Valladolid). Este último, que se iba a celebrar su 15ª edición en una versión más reducida que otros años (con programación únicamente de dos fines de semana, el último de julio y el primero de agosto, y con únicamente seis espectáculos de producción nacional, prescindiendo de las producciones internacionales de otros años y prescindiendo también de los cursos, exposiciones y otras actividades) anunció su cancelación seis días antes de su comienzo, debido a que las medidas en cada comunidad eran distintas, y la Junta de Castilla y León no eximía de una separación de 1.5 m entre espectadores, a pesar de que llevaran mascarilla; por ello, la organización del Festival consideró que en esas condiciones era inviable su realización.

Sillas del Teatro Adolfo Marsillach – Hospital de San Juan de Almagro
en julio de 2020 – Foto de Pablo Lorente

Y aquí el mismo espacio en años anteriores 

Otros festivales de verano sí que se celebraron, con medidas de seguridad, como gustan de llamarlas (entre ellas, la que más afecta a las artes escénicas es la de la restricción de aforo) y en ocasiones con alguna variación respecto a años anteriores. El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro (Ciudad Real) decidió reducir su programación a 13 días, en vez de casi un mes, como era habitual, y tuvo un aforo máximo permitido del 50%. El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida (Badajoz) se hizo con apenas variación en días respecto a años anteriores, alrededor de un mes, pero sí variación de aforo, que comenzó siendo del 75% para pasar al tercer día a ser del 50% por petición de la Consejería de Sanidad, y mantenerse así hasta el final del festival; incluso hubo que reubicar entradas ya vendidas para poder ajustarse a esa repentina reducción de aforo, lo que nos hace pensar en la templanza, serenidad y capacidad de reacción que han de tener los gestores de los teatros para poder tomar decisiones de un momento a otro en esta rara época teatral, en que todo puede cambiar de la noche a la mañana. Y también nos hace reflexionar sobre la tranquilidad que deben tener los espectadores para aceptar cambios y cancelaciones incluso con unas pocas horas de antelación.

Sillas en el Patio de La Cava en el Festival de Olite 2020 

El Festival de Teatro de Olite (Navarra) tampoco vio reducida su programación, pero sí su aforo, que llegó a ser del 35% (de las 392 butacas que tiene su espacio principal, La Cava, solo se pudieron usar 160), y no pudo mostrar producción internacional. El Festival de Teatro Clásico de Cáceres se retrasó hasta septiembre, en vez de a primeros de verano, como solía celebrarse, y se hizo con toda la programación prevista y con un aforo del 50%. El Festival de Teatro Clásico de Peñíscola (Castellón) se redujo en días, pero no en representaciones (la programación estuvo más concentrada) y el aforo fue variando entre el 50% y el 75%, según las normas sanitarias. En cuanto al Festival Grec, en Barcelona, dividió su programación en tres secciones: una de ellas llamada Grec Festival, celebrada en el mes de julio con 48 propuestas artísticas, otra llamada Grec en Obert, que se componía de 36 experiencias a través de plataformas en streaming, y la sección llamada De Grec a Grec, que ha surtido de espectáculos la programación de la temporada 20/21, con un total de 25 propuestas; el aforo permitido en verano fue el del 33%, y posteriormente pasó al 50% en septiembre (mientras que en Madrid era del 75%). Para compensar la pérdida de aforo, se retransmitieron por la televisión de Barcelona 14 de los espectáculos programados en el mes de julio.

La 36ª edición de la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia se celebró del 17 al 27 de julio al 50% de aforo, con la intención de potenciar la programación de compañías españolas, con un 70% de programación de compañías gallegas, y con muy pocas muestras de programación internacional. Solo se utilizaron espacios al aire libre, y no hubo ningún espectáculo de calle. En este festival se estrenó Hoy puede ser mi gran noche de Teatro en Vilo que no pudo estrenarse el 13 de marzo en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. El hecho de favorecer a las compañías españolas que habían visto perjudicado su trabajo por la pandemia no fue únicamente por la dificultad de traer a compañías extranjeras, sino que fue objetivo prioritario tanto del Festival de Ribadavia como de muchas otras programaciones de festivales y centros públicos.

Continuará…

@nico_guau

 

Detalle de las sillas del Patio de La Cava en el Festival de Olite 2020

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