Bueno, pues hoy he estado con Vera Yobardé en el teatro. Como no tengo cerca Oviedo (Folguera me dijo que esto y esto) he decidido continuar con mi labor de cronista por los teatros madrileños. Y hoy hemos visitado las Naves del Matadero, ese teatro en que te dan un mapa a la entrada para que no te pierdas. Esto no es cierto, pero no estaría mal… Vera quería meterse en la sala que no era, y porque yo tiraba de ella, que si no… Nosotros íbamos a ver Cuando deje de llover en la sala 1, y no en la 2, como decía Vera. Pero bueno, Vera estaba completamente despistada, hasta el punto de que se la cayó el paraguas… Y encima le echó la culpa al perro (a mí). «¡Mira lo que has hecho!». Los de delante en la taquilla me miraron mal, con cara de no entender por qué le tiraba el paraguas a la pobre chica. Pensé vengarme de Vera en cuanto menos lo esperara. Y no tuvo que pasar mucho tiempo, porque al dejar la taquilla una chica nos abordó para vendernos algo, y Vera la confundió con la señorita Martínez, y al darse cuenta de que no era ella, le dijo que no teníamos tiempo, así que quedó fatal, y yo me reí de ella… A carcajadas, eso había ganado por hacer ver que le había tirado el paraguas; y seguro que las carcajadas se oyeron en la glorieta, en Legazpi, allí donde está esa estatua que llevaba tantos años envuelta para regalo y que por fin alguien le ha quitado el envoltorio. Jajaja. A carcajadas.
En la entrada de la sala vimos al señor Luigi, uno de los #tuiteatreros. Pero él se sentó en la grada B y nosotros en la C (las gradas eran 4, y rodeaban completamente a los actores). Nada más sentarnos, un joven confundió a Vera con un tal Ricardo, y me volví a reír a carcajadas, pero quedé en ridículo, porque toda la sala me miró… He de admitir, sin embargo, que Vera salió airosa, pues dijo: «No, no soy Ricardo, pero puedo serlo.» Se nos sentó a la derecha un grupo de jóvenes, y Vera propuso que nos cambiáramos porque esos iban a hablar (a Vera no le gusta que los espectadores hablen, lo comprobé la semana pasada en Largo viaje hacia la noche, pero de eso prometió hablar aquí en El Gallinero). Le aseguré a Vera que si se les ocurría hablar, les daría una coz, y creo que ellos me oyeron y enseguida se cambiaron de sitio, con lo cual nos libramos de unos posibles espectadores pesados… Y ellos se libraron de mi coz.
La obra estuvo bien, y decían palabras muy elevadas, como «tengo un gran anhelo» y «Diderot», entre otras, pero como este blog no se dedica a la crítica teatral, terminaré aquí este párrafo.
A la salida encontramos de nuevo al señor Luigi, acompañado del señor Mairena y de @mixdevil66, que nos comentaron lo mucho que les había gustado la función. Pero estábamos sedientos y acudimos corriendo a tomar un mosto a la barra, para reflexionar largo y tendido sobre lo visto. Las Naves del Matadero tienen un bar en una sala muy amplia, y allí nos encontramos al señor Gómez que nos dijo que nos íbamos a perder algo muy bueno si no íbamos a ver Los desvaríos del veraneo a Móstoles el viernes 28, y que a veces en la vida hay que elegir. Y tiene razón, a veces hay que elegir, pero no pude pensar más la decisión a tomar, porque apareció la señorita @petalodesal con su elegancia habitual (aunque a veces vaya al teatro con un jersey rosa). Venía acompañada de su amigo el señor Aletta, que como era su primer día en España (había llegado de Argentina esa misma mañana) no sabía cómo saludarnos, y nos lo preguntó: «¿Cómo se saluda en España?» El joven director señor Aletta venía a presentar un cortometraje a un certamen, tras haber ganado un premio en su tierra. Le dijimos que mucha suerte, que se pusiera una buena bufanda en Soria, y que cuando se hiciera con el premio nos invitara a una caña. Esto lo dijimos porque es una frase hecha; yo no bebo cañas, pero sí me gusta el mosto, por ejemplo. Y lo de Soria lo dijimos porque se iba al día siguiente a presentar el corto a Soria. No somos de esos que vamos diciendo al primer argentino que encontramos que se ponga una buena bufanda en Soria, así, sin venir a cuento. Pero lo bueno llegó cuando @petalodesal nos contó que estaba haciendo su obra Mejor historia que la nuestra (de la que ya hablamos en El Gallinero) en el Teatro Lara, y que el resto de la programación de ese teatro eran comedias, así que el público cuando leía el título Mejor historia que la nuestra, se cortaba las venas con un panqueque. Nos debió ver la extrañeza en la cara y entonces nos explicó la diferencia entre cortarse las venas con un panqueque y cortarse las venas con una galletita de agua. Y luego se pusieron a hablarnos del lunar del señor Derqui, el actor de la sala 2. No dijeron dónde tenía el lunar, así que nos imaginamos lo peor. Por cierto, Julio José de Faba nos sugirió hace tiempo que hiciéramos el ranking de los mejores y los peores desnudos teatrales de la temporada, que eso de los desnudos siempre vende mucho. Así que si lo hacemos al final de esta temporada, le pediremos ayuda a la señorita @petalodesal. Y antes de irse, también nos explicó algo sobre la gente baja y la gente alta utilizando una de sus manos, y me retó a que lo contara en mi crónica, porque aseguraba que me iba a resultar complicado; pues sí, como es complicado describir lo que hizo con la mano la señorita @petalodesal (o a veces señorita Doynel), lo mejor es que los lectores de El Gallinero le pidan que se lo explique cuando la encuentren en la puerta de un teatro.
Y pasaron más cosas, por ejemplo, el encuentro con el señor Muriel (impulsor y actor del proyecto Cuando deje de llover) y con la señorita Villar, una de las actrices, y otras muchas cosas… Pero de ellas quizá hable Vera un día de estos…
@nico_guau