No hay medio puro ni virginal, tampoco periodismo neutro. Sin embargo, hacen falta ciertos desfogues, ciertas brechas que permitan creer en que los medios de comunicación masivos pueden jugar un papel digno en este confuso momento de la historia.
El periodismo, cómplice circunciso de las hegemonías, precisa de espacios al margen que ocupen lugares del centro. Quizá eso es lo que pasa con Público. Desde lejos, desde esta Otramérica, lo leo con curiosidad y desde su nacimiento he visto sus bandazos y cambios de posición. En ese sentido, es un poco adolescente, pero, como tal, tiene un atractivo casi pecaminoso. En las últimas semanas he tratado de intuir qué posición tiene respecto a Otramérica y, aunque no es ejemplar, al menos no es prepotente ni cegata, como la de la mayoría de periódicos españoles.
En un mismo día -ayer, por ejemplo- Público contaba de la manifestación masiva en Argentina de los indígenas, incluía una buena crónica del progresista Antonio Albiñana desde Colombia y publicaba una entrevista con Ricardo Patiño, el jefe de la diplomacia Ecuatoriana. Es, cuando menos, otro punto de vista. O, mejor dicho, incluye la diversidad ideológica y política de Otramérica.
No pasa eso en los otros medios escritos prestigiosos. El País se convirtió en un enemigo de estas tierras gracias a su romance permanente con el poder. Los negocios de su grupo en estas tierras y la mala costumbre de codearse con ex presidentes -desde González en España, hasta Mesa o Gaviria- le hace perpetuar unos imaginarios lamentables sobre lo que aconetece en Otramérica.
No sé cuánto le dure a Público, ni si el interés por las otras miradas será genuino, pero les aseguro que si quieren saber un poquito más sobre lo que acontece a este lado del planeta, es quizá el medio más confiable.
Si, después de ese aperitivo periodístico, quieren saber más, les toca acceder a portales alternativos como Kaos en la red o Rebelión, a pesar de ser acusados por parte del poder de relaciones oscuras. Son miradas de izquierdas escritas por sectores tradicionalmente excluidos de los medios masivos. Yo, personalmente, me alegro de contar con Público porque para que las ideas se difundan hacen falta infiltrados en el sistema. «Contra la imagen general de una Argentina blanca y europeizada, miles de nativos de esta tierra han llegado durante esta semana a Buenos Aires para reclamar que su país asuma su parte indígena», comienza uno de sus textos… ¿había leido esto en algún medio masivo de la España eurocéntrica?