Tengo una amiga que ha regresado a España después de treinta años viviendo en Estados Unidos. Es una excelente editora de fotografía, ronda la cincuentena y está buscando trabajo. La semana pasada me pedía ayuda con su curriculum. En USA jamás necesitó hacer uno y ahora se siente un poco perdida. Allí trabajó en distintas editoriales y publicaciones de prestigio, cambiaba de una a otra sin temores, disfrutaba de un escenario profesional dinámico y variado, donde se valoraba positivamente la itinerancia laboral y la curiosidad y energía propia de los perfiles polifacéticos.
Aquí lo tiene más complicado. No le echemos la culpa sólo a la crisis, la cosa viene de atrás. Quizás sea una herencia de la postguerra, pero en España todavía sigue muy presente esa mentalidad timorata y conservadora del pisito en propiedad y el trabajo fijo, los dos puntales de la felicidad en el camino hacia el edén de la jubilación. Lo que da prestigio es llevar mucho tiempo en el mismo puesto de trabajo, en la misma empresa, con la misma pareja, en el mismo barrio, con las mismas ideas, los mismos amigos, los mismos gustos, veranear en el mismo sitio, cocinar las mismas recetas, comprar el mismo periódico, en fin, ya me entienden, eso que tan bien resume la famosa y terrorífica expresión «de toda la vida».
Así que, si uno es mayorcito y no ha estado siempre dedicado a lo mismo, lo tiene difícil en el mercado laboral por cuenta ajena. Dejando al margen el apolillado mundo de los funcionarios, sólo el joven brillante –y con tragaderas– o el madurito especialista y triunfador tienen posibilidades de ser aceptados en las filas de la santa madre empresa. Si usted ha cometido el error de dejarse llevar por distintas pasiones en su vida laboral, de cultivar su curiosidad y disfrutar profesionalmente en varios campos, lo lleva crudo. Usted no hará nada bien, es un diletante, un ecléctico, un picaflor, un superficial, un maldito disfrutista. Y lo que es peor: usted resulta peligroso, puede inocular en los demás el interés por algo que no sea el objeto de su contrato.
Afortunadamente, las cosas están cambiando y mucho. Cada vez más gente, joven y mayor, intenta descubrir aquello para lo que ha nacido y emprender la aventura de llevarlo a cabo, consciente de que ahí reside gran parte de su felicidad y, por tanto, de la de los demás. Este cambio de mentalidad, que rompe con la idea bíblica del trabajo como castigo, tiene en las nuevas tecnologías un gran aliado. Las TIC han llevado al ámbito personal el acceso a la información y la autopromoción. Nunca el individuo ha tenido más herramientas para gestionar su autonomía y su disfrute laboral. Como suele decir Andrés Pérez, creador de la web Marca Propia, hay que dejar de hablar de recursos humanos y hablar más de humanos con recursos.
Si usted, como mi amiga, como yo y como tantas otras personas, sienten en algún momento de su vida laboral que la única opción es uno mismo, aprovéchenlo y vayan a por todas. Luchen por gozar de su trabajo, vuelvan a nacer tantas veces como sea necesario, reinvéntense, adoren lo que emprendan, no renuncien a ninguna de sus caras, dense a conocer, construyan redes, usen la tecnología, compartan ideas, escuchen, comuniquen, innoven empezando por ustedes, aporten su grano de arena a una inteligencia colectiva y conectada que nos permita edificar un futuro mejor. No necesitamos intermediarios. Nunca el hombre ha tenido más fácil ser único y global a la vez.