Los aficionados a la estadística y a la sociología no pueden dejar de visitar la Encuesta Mundial de Valores, impulsada por Ronald Inglehart, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Michigan y presidente de la Asociación para la Encuesta Mundial de Valores. Es un estudio prestigiosísimo por muchas razones. Sobre todo por la muestra, dado que la encuesta se realiza a un total de 200.000 personas de 81 países que suman el 85% de la población mundial. Estudia, fundamentalmente, las actitudes básicas de la población respecto a la política, la economía, la religión, la conducta sexual, el rol de la mujer, los valores familiares, las identidades colectivas, la participación ciudadana, la protección del medio ambiente, el progreso científico, el desarrollo tecnológico, la felicidad humana y cuestiones éticas.
Dado el aparente resurgimiento del machismo (decimos «aparente» porque creemos que siempre ha estado ahí y afortunadamente, ahora se contesta, aunque sólo cuando se manifiesta en sus formas más violentas, extremas y políticamente incorrectas), nos permitimos recoger algunos gráficos de la encuesta de Inglehart respecto a la cuestión de género en España.
Lo primero que nos llama la atención es la respuesta a la cuestión de si ser ama de casa es tan satisfactorio, si permite una autorrealización tan completa, como trabajar a cambio de un salario. El porcentaje de quienes se muestran de acuerdo con esa afirmación (32%) prácticamente igual a quienes dicen estar en desacuerdo (alrededor de un 34%):

Pero hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de los encuestados, prácticamente un 70%, dice que tener un trabajo es la mejor manera de que una mujer consiga ser independiente:
Claro, aquí empiezan los problemas: cuando la mujer trabaja, los niños sufren, al parecer. Es la coartada perfecta para que la mujer se sienta siempre culpable, para que se coja la jornada reducida o un trabajo a tiempo parcial, con el que pierde, quizás definitivamente, su independencia económica. O puede llegar incluso a dejar su empleo. Porque, al final, no le compensa: si es que le va a tener que pagar a la guardería o a quien cuide a los niños casi todo su sueldo. ¡Bonita manera de entender la economía familiar y el reparto de las responsabilidades!
Menos mal que la premisa principal falla para la mayoría de la gente: más de un 60% de los encuestados no vinculan el trabajo asalariado de las mujeres con el sufrimiento de los hijos. Pero aún queda un 30% de tradicionalistas, de quienes consideran que los niños son para las madres y que, intuímos, sólo «permiten» que trabajen o sólo trabajan por necesidades económicas.
El cambio de opinión, de todas maneras, en las dos últimas décadas ha sido muy importante:
Quienes creían fervientemente que los niños de madres trabajadoras sufrían han bajado de pesar un 14% entre los encuestados a hacerlo apenas un 5%. Pero aún un 22% está de acuerdo en que a los hijos les perjudica que sus madres trabajen.
¿Y qué pasa si una mujer tiene un sueldo mayor que el de su marido? Un 15% de los encuestados dicen que es muy probable que ello genere problemas en la pareja:
También es interesante ver la evolución de la opinión a lo largo del tiempo, en las distintas oleadas de la Encuesta Mundial de Valores. A continuación vemos cómo ha variado lo que piensa la gente respecto a la importancia que tiene ir a la Universidad para mujeres y hombres:
En el gráfico anterior vemos que siguen pesando más las opiniones contrarias a esa afirmación, pero hubo un momento, entre 2005 y 2009, en que pesaba mucho más la respuesta «muy en desacuerdo». Ese «muy en desacuerdo» ha perdido terreno. Y el «de acuerdo» ha ganado adeptos en los últimos años. Una evolución peligrosa.
Algo parecido ha sucedido respecto a la opinión que suscitan las mujeres haciendo negocios en comparación con los hombres:
Aunque el porcentaje de quienes dicen estar de acuerdo o muy de acuerdo en que los hombres hacen mejores negocios que las mujeres retrocede, quienes se muestran muy en desacuerdo disminuyen (cierto que para engordar la respuesta «en desacuerdo»).
¿Las mujeres son mejores o peores líderes políticos que los hombres? Alrededor de un 15% de los encuestados mantiene la retrógada idea de que los hombres son mejores que las mujeres desempeñando esta labor.
¿Y cómo ha evolucionado esta opinión en el tiempo?
Se ha cronificado un 4% de encuestados anclado en ese «muy de acuerdo», mientras que quienes están de acuerdo con esa afirmación ha bajado desde el 20% al 11% desde mediados de los noventa hasta ahora. Quienes están en desacuerdo se mantienen en el 50%, aunque en la oleada anterior bajó hasta el 28% a cambio de la subida de quienes se muestran muy en desacuerdo subió hasta casi ese 50%. Ahora, esta última opinión la mantienen el 28% de los encuestados, un porcentaje mayor al de hace dos décadas (18%).