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Danzad, danzad, malditos

 

“Moritz Erhardt, un joven alemán de 21 años becario en el banco de inversión Bank of America Merrill Lynch de la City londinense, ha sido encontrado muerto en su habitación tras haber trabajado sin descanso durante 72 horas seguidas, según informa el diario británico ‘The Independent’.

 

“El alemán, al que solamente le faltaba una semana para completar su beca en la entidad, habría sufrido un ataque epiléptico en la ducha de la residencia estudiantil que ocupaba en Londres, según el citado diario”.

 

El Mundo, 21 de agosto de 2013

 

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“[La gestión de muchas empresas] está produciendo una epidemia de sobrecarga de trabajo, especialmente en los Estados Unidos. Los americanos trabajan ocho horas y media más por semana que en 1979. Una encuesta llevada a cabo por el Centro para la Prevención y el control de la Enfermedad ha estimado que casi un tercio de los trabajadores adultos duermen seis horas cada noche, o incluso menos. Otra encuesta realizada el año pasado por Good Technology, una empresa que proporciona conexiones seguras para para los teléfonos móviles de las empresas, estableció que más del 80% de los entrevistados continuaban trabajando tras haber dejado la oficina, un 69% no se acuestan sin comprobar antes la bandeja de entrada de su correo electrónico y un 38% comprueban su correo electrónico de manera rutinaria mientras cenan.

 

Toda esta actividad complica mucho centrarse en el trabajo real por contraposición al hacer como que se trabaja. Teresa Amabile, de la Escuela de Negocios de Harvard, que ha dirigido un estudio sobre el trabajo y la creatividad, señala que los trabajadores son, por lo general más creativos, en los días con poca presión laboral que en aquellos con una presión laboral elevada cuando están obligados a vérselas con un torbellino de demandas imprevistas. En 2012, Gloria Mark, de la Universidad de California, junto con dos colegas investigadores, privaron a 13 miembros del Instituto Tecnológico del acceso a su correo electrónico durante 13 días y estudiaron su rendimiento. Descubrieron que aquellos trabajadores sin acceso al correo electrónico se concentraban durante más tiempo en sus tareas y experimentaban menos estrés”.

 

The Economist, 17 agosto de 2013

 

 

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