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De copas con Enrique Morente

Morente

Hace unos días me encontré con mi amigo Manuel Montaño. Yo venía de tocar en un concierto y él venía del hospital, de ver a su amigo Enrique Morente. Era martes día 7. El fin de semana le vio mal, pero estaba contento porque ese día lo había visto mucho mejor y me habló del último concierto de Enrique en el que estuvo.

Yo no soy un gran entendido en flamenco, así que voy a obviar lo del cante, el talento, el duende, el riesgo, y vamos a la anécdota, a lo que la mayoría desconoce. Que Manuel nos cuente cómo podía ser una noche con Enrique Morente.

“Cargado con mi bolsa de las cámaras, llegué a la Casa de América. Vi a Enrique al pasar por la rendija de la puerta entreabierta del camerino. En cuanto me vio, me llamó para que entrara. Afable y cariñoso como siempre, lo primero que hizo fue servirme un whisky. Estaba con Juan Verdú, promotor de conciertos de flamenco, y mantenían una charla sobre el torero Curro Vázquez.

El concierto fue breve pero intenso y además de mezclar temas del «Omega» y de «Pablo de Málaga» hizo una versión del tema de Antonio Vega «Ángel caído».

Después volví, acompañado con un amigo, al camerino a tomarme otro whisky con Enrique. Había más gente y hablaba con todos, porque siempre tenía tiempo para todo el mundo. Después salimos de la Casa de América hacia el café Gijón. Otros amigos y más copas. Enrique siempre salía después de sus conciertos y todos los que le acompañábamos, sabíamos que en cualquier momento podía arrancarse a cantar. Él lo hacía cuando estaba a gusto y por pura generosidad hacia los que le rodeaban.

Salimos del Gijón y nos fuimos a la casa de un periodista de El País que celebraba su cumpleaños. Conversaciones y más copas. Allí me habló del disco que le estaba produciendo a su hija Estrella y de un documental que había hecho sobre el barbero de Picasso. Yo le comenté que había un artista japonés muy interesante, Aga-Shio, que tocaba el samisen y que alguien tenía que hacer algo con él para devolverle al ese pueblo la devoción que sienten por el flamenco. Más copas. Le dije que quería ir a hacer una foto a toda la familia estas navidades y me dijo que lo coordinase con su mujer, la Pelota.

Después nos fuimos al piano-bar, el Tony 2, porque nos quedaba cerca de la casa donde estábamos y porque a Enrique le gustaba frecuentar otros sitios para salir de la endogamia flamenca. Más copas. Empezaba a clarear…”

@Estivigon

Fotos de Manuel Montaño (www.flamencografia.com)

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